Jon Juaristi-ABC

  • Pequeño homenaje a una semilla egipcia, traída a España en tiempos de Alfonso X y exportada a toda Europa

Resulta que los monos de Majalgaon, que suena como Majadahonda pero pertenece al estado de Maharasta, en el oeste de la India, han iniciado una operación de exterminio de cachorros de perro después de que una jauría canina devorase a un mono recién nacido. Secuestran a los perritos, trepan con ellos a los árboles o a los tejados, y los estrellan contra el suelo. Como los aldeanos han tratado de interrumpir la matanza, los monos de marras la han tomado a mordiscos con los niños que iban a la escuela y que ahora deben permanecer encerrados en sus casas.

O sea, que los monos se humanizan, no ya como en la distopía de ‘El planeta de los simios’ y de sus secuelas, más o menos inspiradas en ‘Mono y esencia’, de Aldous Huxley, sino como en lo que la mitología hindú prefiguraba en Hanuman, el Mono Gramático. Mira por donde, los monos se las están apañando para consumar la más antigua de las expresiones culturales de la humanidad, la venganza, inventada en el capítulo cuarto del ‘Génesis’. También Kipling, que nació en Bombay y vivió largos años en Pakistán y la India, intuyó que los simios podrían organizarse militarmente para exterminar a otras especies.

Gramsci comparó a los Bandar-log, el estúpido y destructivo pueblo de los monos que aparece en ‘El Libro de la Selva’, con los fascistas italianos, pero es sabido que Kipling los relacionaba con la izquierda en su totalidad, socialistas y anarquistas, que, como aquellos, alardeaban de superioridad moral sobre los demás semovientes, pero se mostraban incapaces de emprender algo que no derivase en una catástrofe inmediata.

Yo creo que los socialistas españoles resultan menos goriláceos que sus homólogos venezolanos, pero no han perdido un aire de familia con los bandar-log (en rigor, todos los humanos nos parecemos a estos, pero los socialistas más). Oyendo, el pasado jueves, a la ministra (o lo que sea) de Sanidad desplegar los argumentos ‘científicos’ del sanchismo para imponer de nuevo la mascarilla en las calles, pensé en lo propio que quedaría su jefe supremo como sustituto de Darwin en la añeja y españolísima etiqueta del Anís del Mono, que data nada menos que de 1870, fue glosada en el siglo XX por Ramón Casas, Picasso, Juan Gris y el Equipo Crónica, y en la que un macaco con los rasgos faciales del padre del evolucionismo sostiene un cartel que reza: «Es el mejor. La Ciencia lo dice y yo no miento». Aunque concedo que Sánchez Perez-Castejón se acercaría más al arquetipo en la versión posfranquista de la etiqueta, que muestra al mono en una tumbona, con fondo de playa y palmeras, gafas de sol, y una ‘paloma de barrio’ a base de anís, limón y hielo en un vaso con pinta de probeta, lo más cercano a la Ciencia que ha conocido el ‘Doctor Fraude’.

En fin, que lo pasen ustedes lo mejor posible en estas fiestas alegradas de nuevo por nuestro rojerío, que odia la Navidad. Y no lo olviden: ¡leña al mono! Hasta que aprenda catecismo, por lo menos.