JAVIER RUIZ EGAÑA, EL CORREO – 25/10/14
· Gracias a la Carta Magna, foralidad y autonomismo inician un camino conjunto y complementario de convivencia y respeto mutuo desde una perspectiva política, jurídica y administrativa.
Hoy, 25 de octubre, se cumplen 35 años de la aprobación vía referéndum del Estatuto de Gernika. Este recibió un amplio y mayoritario apoyo por parte de la ciudadanía vasca, reflejado en un porcentaje de participación del 58% y un respaldo del 90% de los votantes.
La Disposición Adicional Primera de la Constitución indica que esta ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales y que la actualización general de dicho régimen foral se llevará a cabo, en su caso, en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía. Si bien es cierto que los derechos históricos corresponden a cada uno de los territorios forales, no es menos cierto, que gracias a la Carta Magna, foralidad y autonomismo convergen, se abrazan e inician un camino conjunto y complementario de convivencia y respeto mutuo desde una perspectiva política, jurídica y administrativa.
La Constitución ha sido capaz de entroncar, insisto, desde el respeto a las peculiaridades e idiosincrasia de cada territorio, autonomía y foralidad. Sinceramente, soy de los que pienso que el debate entre autonomismo y foralismo es anacrónico y extemporáneo, ya que la Constitución incardinó en un mismo proyecto ambos conceptos.
El Estatuto de Gernika reconoce al País Vasco, por primera vez en la historia, como sujeto político con identidad propia y diferenciada dentro del proyecto global que representa España. Algunos, durante décadas, trataron de patrimonializar el Estatuto como instrumento de identidad diferenciada con tintes excluyentes, como si se tratara de algo ajeno e inconexo con respecto al proyecto común que representa España. Y nada más lejos de la realidad, ya que es la propia Constitución la que reconoce nuestra personalidad e identidad propia, pero desde una perspectiva integradora. Y gracias a esa integración y vertebración común, Euskadi ha podido alcanzar altas cotas de bienestar y desarrollo.
Lamentablemente, el Estatuto de Gernika ha sido utilizado por el Partido Nacionalista Vasco como instrumento a su mejor conveniencia en función de sus intereses políticos y estratégicos. Cuando le interesó lo abanderó y cuando no, lo denostó, llegando incluso a definirlo como «Carta Otorgada». Un buen ejemplo de esto último son las continuas apelaciones a su incumplimiento, que no esconde sino un planteamiento estratégico de fondo, que persigue victimizarse y presentar al Gobierno de España como único responsable del mismo. Y con ello, pretenden encontrar una coartada que justifique su permanente deseo de desbordar el actual marco jurídico y adentrarse así, en el momento que consideren más oportuno, en la senda del independentismo.
Desde el año 1978 han sido 107 las competencias y servicios transferidos a la comunidad autónoma vasca. Para el Partido Nacionalista Vasco el problema no reside en una competencia más o menos, sino en que el Estatuto de Gernika no colma sus deseos soberanistas y representa solo una estación más en su camino hacia la independencia. Mientras, la mayor preocupación del conjunto de los vascos no reside en alcanzar mayores cotas competenciales; se encuentra en que sus dirigentes políticos gestionen eficazmente sus potencialidades.
El Estatuto de Gernika sigue plenamente vigente, continúa representando el mayor acuerdo alcanzado entre vascos, supone la envidia de media Europa como instrumento de autogobierno y no estamos dispuestos a colaborar con el nacionalismo en su deseo de certificar su acta de defunción. Más aún, los Populares vascos acudiremos hoy a la Casa de Juntas de Gernika a celebrar sus trigésimo quinto aniversario con entusiasmo y convencidos de su plena validez como símbolo de desarrollo, bienestar y consenso entre vascos.
JAVIER RUIZ EGAÑA, EL CORREO – 25/10/14