Hay en el socialismo dos tendencias respecto a TVE: una que les lleva a tratar de hacerse con ella para manipularla y servir al personal la información o como quiera que la llamemos como una papilla fácil de tragar y de digerir. La otra es la nostalgia de Miguel Angel Sacaluga, líder natural del ‘comando Rubalcaba’, definido por Julio Anguita como “un equipo de fontaneros y periodistas encargados de intoxicar, censurar, teledirigir y crear atmósferas político-informativas que paliasen o derivasen hacia otros objetivos los errores, delitos, acciones gubernamentales derechizadas y escándalos de la época felipista”. Rubalcaba, sí, el añorado Rubalcaba. El comando Rubalcaba o Sacaluga controlaba la información que se transmitía desde TVE a la sociedad sobre el escándalo de los GAL, los fondos reservados, los procesamientos de algunos ministros y sus condenas.

Cómo no iba a haber añoranza de Sacaluga, el tío al que María Antonia Iglesias, jefa de Informativos, envió con una cámara a la cárcel de Alcalá Meco para entrevistar a Julián Sancristóbal, entrevista que abrió los dos telediarios del 18 de enero de 1995 con una denuncia de la conspiración dirigida por el juez Garzón contra Felipe González.

El último escándalo de la casa es la herencia de Rosa María Mateo, una señora que no tenía más mérito que el de ser una buena locutora: ni era buena periodista ni estaba capacitada para dirigir una empresa de 6.000 trabajadores. Los socios de Gobierno se han entendido para incentivar la dimisión de José Manuel Pérez Tornero, puesto ahí con el beneplácito del PP en los tiempos de Casado. La causa más inmediata fue la ridícula audiencia conseguida por la entrevista de Xabier Fortes a Pedro Sánchez, rematada con aquel infame ‘Bueno, muy bien, ¿no?’ Un 5,9% de cuota de pantalla, 787.000 espectadores, menos audiencia que ‘First Dates’ en la Cuatro. Bolaños se incendió con el dato y llamó a Tornero. A ver qué iba a ser eso. ¿Era Pérez Tornero del PP? No padre, no hay nadie en televisión sospechoso de cercanía al PP, pero todos los datos apuntan hacia el desastre. Quieren remontar audiencias con un programa millonario de Julia Otero. Ya lo intentaron el sábado pasado con el estreno de un programa de Javier Sardá justo al terminar el partido de España contra Suiza. Pasamos de 3.237.000 espectadores, un 28,6% de cuota de pantalla con el fútbol, a 912.000 (un 11,6%) con Sardá. ¿Julia Otero? No sé, no sé.

Ayer conocimos un comunicado del Consejo de Informativos, duro, ‘ma non troppo’. Ah, el considerando final de que “Esta redacción no se vistió de negro en su día para presenciar, sin más, que corremos el riesgo de volver a la casilla de salida”. Lo de los viernes negros les parecía bien, pero no habían formulado ni una protesta en casos muy señalados de manipulación. Por ejemplo, el 15 de febrero de 2006, cuando se metió un fotograma de Mariano Rajoy en medio de una información sobre torturas en la cárcel de Abu Grahib. O el 28 de febrero del mismo año, cuando se metió una imagen de Rajoy de dos segundos durante la información del suicidio de un etarra, colgado en su celda de los cordones de sus zapatos. O el 8 de junio cuando en los desayunos de RTVE se metió una imagen de Acebes en una información sobre los vuelos clandestinos de la CIA. Bueno, nuestra televisión pública ya está a punto para que se la regalen a Pablo Iglesias.