Pablo Pombo-El Confidencial

  • Anda Sánchez desaparecido desde hace días, evitando el desgaste y aguardando a que llegue la fecha clave. Está marcada en rojo en su calendario y es este jueves 

Hay pocos actores políticos que se sientan cómodos en vísperas de una jornada que puede ser determinante para lo que queda de legislatura y también para las próximas elecciones. En realidad, solo están disfrutando Bildu y ERC. El PNV anda mosqueado, porque le están robando la cartera en su territorio. Vox y Podemos están sufriendo, especialmente los morados. Y se aprecian claras señales de nerviosismo tanto en el PSOE como en el PP, los dos son conscientes de lo mucho que está en juego estos días, singularmente este jueves. 

Tienen problemas los socialistas. Después de haber frenado la caída demoscópica durante el verano, parecen haber ido escalando centésima a centésima en las encuestas. Podrá discutirse la longitud de la recuperación, pero no la dimensión del logro. Tiene mérito. 

A lo largo de los últimos meses han logrado movilizar a una parte de los votantes de 2019 que se sentía desmotivada. Lo han conseguido disparando con pólvora ajena, es cierto. Pero los resultados son los que son. Las medidas sociales y el discurso de los ricos contra los pobres dañan al bien del país, pero benefician al interés del partido. Movilizan.

Simultáneamente, venían estrechando el camino por el que sus votantes se marchaban al PP. Ese era el objetivo de la campaña de destrucción a la que han sometido a Feijóo desde el mes de agosto. 

Los socialistas trataban de instalar en el partido y en la sociedad la impresión de que “hay partido”. Y parece que lo estaban haciendo hasta que perdieron el control de la situación hace unas pocas semanas. 

Ahora mismo, una buena parte del electorado socialista no comparte la posición del Gobierno en ninguno de los temas que están marcando la conversación nacional. El sondeo de NC-Report publicado ayer refleja datos muy preocupantes para los de Ferraz: 

El 53% de quienes votaron PSOE en 2019 no está de acuerdo con la reforma del delito de sedición. El 56% rechaza la reforma de la malversación.

El 54% considera que estas medidas son una contrapartida a ERC. Y el 46% valora negativamente los pactos del Gobierno con los independentistas. 

Cuando la mitad de tu electorado, nada más y nada menos que 3,5 millones de votantes, rechaza lo que estás haciendo, lo que tienes no es un problemita de comunicación sino un problemón en la política. Eso es lo que está sufriendo el Gobierno en estos momentos: una crisis de credibilidad con todas las letras. 

Cuando la mitad de tu electorado rechaza lo que haces, lo que tienes no es un problemita de comunicación sino un problemón en la política 

Sucede, además, que la conversación nacional lleva unos días muy centrada en las primeras consecuencias provocadas por la ley del solo sí es sí. Lo peor no es que el desastre sea evidente, sino que la Moncloa no puede solucionarlo. Es más, ni siquiera está en condiciones de exigirle a Irene Montero que reconozca el error y que ponga en marcha la reforma que todo el mundo considera imprescindible. 

El impacto en términos de credibilidad también está siendo tremendo por ese flanco. Datos del mismo sondeo: el 56% de quienes votaron PSOE en 2019 considera que la ley del solo sí es sí debe reformarse y el 41% considera que Irene Montero debe dimitir.

El voto femenino, la capa electoral más sólida y fiel del PSOE, puede estar resquebrajándose ahora mismo, mientras Pedro Sánchez está atado de pies y manos e Iglesias echa más y más leña al fuego. 

Por ahí debe ir la tercera inquietud en la Moncloa. A la izquierda del PSOE se está larvando una matanza, cada vez más explícita, que amenaza con hacer inviable la posibilidad de que los socialistas se planten con una suma suficiente en la próxima investidura. 

Anda Sánchez desaparecido desde hace días, evitando el desgaste y aguardando a que llegue la fecha clave. Está marcada en rojo en su calendario y es este jueves. Este superjueves pasan por el Congreso los presupuestos, la reforma de la sedición (puede que también la malversación) y el impuesto a las energéticas.

La cita ofrece una ocasión idónea para pasar página de la conversación nacional que solo podría entorpecer la entrada de Griñán en prisión, acontecimiento que puede ocurrir en cualquier momento. Pero también implica mucho más. 

Pasado el peaje de los presupuestos, pagado en toneladas de credibilidad el apoyo de ERC, se abre la autovía para acelerar. Más medidas sociales y menos Parlamento. Más propaganda y menos conflictos en el interior de la coalición Frankenstein. Más descrédito a Feijóo y más endeudamiento nacional

El Partido Popular no cuenta con demasiadas cartas en la mano para la importante partida del jueves. Y no anda corto tampoco de preocupaciones. Perdieron comba desde octubre y, aunque las estimaciones de las encuestas aguantan por encima del 30%, pueden verse comprometidos pronto si no retoman la iniciativa.

Desde fuera, da la impresión de que no saben por dónde tirar. Y eso es algo muy llamativo, porque todo el mundo parece ver cuál es el camino: economía y clases medias. Certezas. Certidumbre no para aliviar el agobio de las clases medias ahora mismo, porque no se puede, pero sí para ofrecer algo que tenga la textura de una esperanza sensata. Disputar el territorio de la protección. 

Por primera vez en lo que va de curso, Feijóo se enfrentará hoy con Sánchez en el Senado a tiempo tasado. Siete minutos para cada uno, terreno de juego nivelado. El líder del Partido Popular no se juega menos que el presidente del Gobierno y tiene que hacerlo mejor.

Tiene ante sí mil opciones y un centro de gravedad que el socialista no está en condiciones de defender: la protección de las mujeres. Si se centra en eso, si evita las frases y los reproches predecibles, si no se deja enganchar, puede salir con una victoria de ese pulso.

 

Y si eso ocurre, el superjueves será un clavo en el ataúd de Sánchez y no el punto y aparte que él busca para hacer de nuevo tabla rasa con la memoria de España. 

Si Feijóo no obtiene una victoria clara en el Senado, Sánchez buscará desde el jueves la oportunidad de renovar la escalada y de bajar al PP del 30%. Descabalgar a la alternativa de la posibilidad de que alcance una mayoría, eso es lo que está en juego.