ANTONIO SALVÁ / Padre de una de las últimas víctimas de ETA – EL CORREO – 30/07/14
· «Esto es como un cáncer; si lo operas es para quitarlo todo y que no se reproduzca con virulencia».
Tal día como hoy hace cinco años ETA cometió su último atentado mortal en España. La banda asesinó en Mallorca a los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada. Fueron sus penúltimas víctimas –en marzo de 2010 mató al policía francés Jean-Serge Nérin en París–. Después llegaría el cese de la «actividad armada» y, con él, el final de las bombas. «Nosotros somos los más interesados en que se cierre ese capítulo para siempre», afirma Antonio Salvá, padre de uno de los agentes.
Su hijo tenía 27 años cuando la organización terrorista le arrebató la vida y si algo tiene claro a sus 62 es que «los jóvenes tienen la oportunidad histórica de enterrar a ETA». «Si no la aprovechan –advierte–, dentro de unos años no podrán ni mirarse a la cara».
Diego Salvá acababa de empezar una nueva vida. Un accidente de moto le dejó en coma varias semanas y le obligó a hacer un paréntesis en su profesión. Sus seis hermanos se turnaban para cuidarle. Tenía previsto incorporarse al trabajo el 1 de agosto, pero recibió una llamada informándole de que le había sido concedido el puesto que había solicitado, por lo que debía estar en Palmanova dos días antes. Aquel trágico 30 de julio era su primer día. Uno de sus nuevos compañeros era Carlos Sáenz de Tejada, de 28 años y natural de Burgos. Otro recién llegado. Una bomba lapa colocada en los bajos de un vehículo de la Guardia Civil aparcado junto al cuartel truncó sus vidas, en el que fue el primer atentado mortal de la historia de Mallorca.
La calle en la que tuvo lugar el crimen lleva desde entonces su nombre. «Para mí es muy duro pasar por allí; también por el cementerio, y eso que paso dos o tres veces al día porque me coge de camino para ir a trabajar», reconoce Antonio Salvá. Cada año, familiares y amigos realizan una ofrenda floral en dicha calle coincidiendo con el aniversario. Urólogo de profesión, asegura haber «aceptado la situación». Como él mismo sostiene, «la bala de ETA te mata tres veces: la primera asesina a tu familiar, la segunda es el odio y la tercera el olvido».
«Yo me he asomado al pozo de la desesperación y le puedo asegurar que caer es muy fácil. Tienes que convivir con ello, tener fe para poder seguir adelante porque es algo que no se borra hasta el final de tus días. Yo solo pido justicia y que los terroristas se den cuenta de las barbaridades que han cometido. No le deseo a nadie, ni a ellos, lo que nos ha pasado a nosotros», se sincera.
– El atentado contra su hijo y su compañero, Carlos Sáenz de Tejada, es uno de los cientos que permanecen aún sin resolver. ¿Ha pensado en cómo reaccionaría si detuvieran a sus asesinos?
– Primero pensaría en sus padres y luego en ellos. Vidas rotas, como las nuestras. Quizás incluso en su caso sea peor, porque hay que tener un estómago muy grande para asesinar a sangre fría a dos personas e irse a dormir. No sé cómo lo pueden hacer. Yo, que soy médico, creo que desde un punto de vista psicológico lo tienen que pasar peor ellos, estoy convencidísimo. En cualquier caso, lo que está claro es que si los detienen el capítulo habrá acabado.
– Veo que se pone en el lugar del otro.
– Claro, es que el asesino de mi hijo y de Carlos, quieras que no, ha entrado en mi vida.
– ¿Qué le parece entonces que se reclame modificar la política penitenciaria para acercar a los presos de ETA a Euskadi?
– Entiendo que el hecho de que sus familias tengan que coger el coche para verles es duro, pero son delincuentes. Yo tengo que ir a ver a mi hijo al cementerio y si pudiera ir a Huelva a verle de verdad, estaría encantado de viajar hasta allí. No me parece mal que estén dispersos. ETA tiene un problema importante. Los que hicieron el trabajo sucio están en las cárceles o fugados, mientras que los políticos han pisado moqueta y cobran sueldazos. Luego está la ‘vía Nanclares’, de la que ya no sé qué pensar. Solo diré que no se han hecho las cosas bien.
Cuando se cumple el quinto aniversario del atentado lamenta que el «germen» de la banda anide aún en Euskadi e insta a pasar de la cultura «del odio a la del respeto»
El padre de Diego Salvá hace un hueco a este periódico a última hora de la tarde, tras una guardia «de ocho a ocho». De repente, al otro lado del teléfono se escucha la risa de un niño pequeño. Es su hijo y tiene cinco años, los mismos que se cumplen ahora desde que ETA les arrebatara a Diego. Tras el primer aniversario del atentado, los servicios sociales de Mallorca plantearon a su familia la posibilidad de acoger de manera temporal a dos hermanos, niño y niña, de nacionalidad alemana. Ellos aceptaron. Hasta hoy. «Vinieron por un tiempo y se han quedado para siempre», explica Antonio. «A mi mujer le han dado la vida».
«Una tomadura de pelo»
Antonio afirma tajante que «en Europa un grupo terrorista no tiene ninguna razón de ser, es una vergüenza». No quiere hablar de «pasar página como si nada hubiese ocurrido». «Eso no se debe hacer jamás», remarca. «Hay una deuda con las víctimas y si se hace eso, habrá resentimientos», añade.
– ¿Echa en falta una petición de perdón sincera?
– Yo puedo querer perdonar y estoy dispuesto a ello, pero para eso te lo tienen que pedir. No es un acto de orgullo, es que es así. Estoy convencido de que si yo ahora digo que perdono, los asesinos de mi hijo se van a reír de mí, lo tengo claro. Pero creo que el perdón es muy positivo, sobre todo de cara a las nuevas generaciones. He vivido diez años en Navarra y sé lo que es la cultura del odio. Lo que tenemos que hacer es pasar a una cultura del respeto al prójimo y a las ideas. Como digo yo, el día que pueda montar una peluquería en Hernani con una bandera de España, una del Mallorca o del Madrid y no me insulten ni me rompan el cristal, la gente entre y discutamos de fútbol, ese día sí se habrá acabado. Pero todavía estamos muy lejos de eso.
– Da la sensación de que no se lo cree.
– Yo no vivo en Euskadi, pero me cuentan cosas e intento informarme. Lo que tengo claro es que la cultura del odio sigue. Cuando las ikastolas digan que hay que respetar la pluralidad de ideas y no se cargue contra España, la Guardia Civil o la Policía, entonces veremos. Lo demás es totalitarismo, es fascismo. El germen de ETA está, y mientras se jalee a los terroristas ese caldo seguirá ahí.
– ¿Qué le pareció el último comunicado de la banda?
– Me parece una auténtica tomadura de pelo. Si hubiesen contado un chiste, hubiera sido mucho más creíble. Yo, de ETA, desgraciadamente no espero nada. Ellos no se han disuelto y creo que no se van a disolver. Esto es como un cáncer, que si lo operas es para quitarlo todo, porque si dejas parte dentro podría reproducirse con mayor virulencia. Aquí tiene que presionar la sociedad civil vasca, no los políticos. Deben decir basta ya y obligarles a que den ese paso. El día que eso se cumpla, Euskadi va a ser el mejor sitio del mundo para vivir.
ANTONIO SALVÁ / Padre de una de las últimas víctimas de ETA – EL CORREO – 30/07/14