Zapatero y Urkullu se aprestan a mantener su entente ante la eventualidad de que el Constitucional avale la sentencia del Supremo, sorteando así la paradoja de que el acuerdo entre el Gobierno y el PP frente a Bildu acabe conduciendo, debido a la reacción nacionalista, al adelanto electoral que predican los populares.
La declaración efectuada el lunes por el presidente del PNV de que su partido dejaba en suspenso «todo tipo de colaboración y apoyo a las nuevas iniciativas que presente el Gobierno» a causa de la sentencia del Supremo contra Bildu fue matizada por otros dirigentes peneuvistas y rebajada con el anuncio de su portavoz en el Congreso de que ambas partes habrían acordado darse un margen de confianza. Los responsables del PNV habrían extraído la conclusión, tras sus conversaciones con Zapatero, de que el Ejecutivo iba a aceptar como suficientes los pasos dados por la izquierda abertzale para regresar a la vida institucional. Supuesto que se desbarató al conocerse que Rubalcaba se había comprometido con el PP a presentar un recurso contencioso-electoral contra las candidaturas de Bildu en su conjunto. Urkullu expresó el disgusto que la situación provocaba en el PNV. Pero la posterior corrección de su tajante anuncio demuestra que los nacionalistas vascos han tomado conciencia de las consecuencias que su gesto podría acarrear para la continuidad de la legislatura y para la puesta en valor de su propio papel en la gobernabilidad. Dirigentes nacionalistas han llegado a hablar de «fraude electoral», imputando la sentencia del Supremo a un propósito compartido por el PSE-EE y el PP de extender su pacto de gobierno al conjunto de las instituciones vascas. Pero la necesidad del PNV de colocarse del lado de Bildu no es mucho mayor que su interés por modular las relaciones que mantiene con Zapatero para continuar siendo el interlocutor de referencia del Gobierno de Madrid y orillar así a Patxi López. Ambos objetivos pueden resultar compatibles para un partido como el PNV y para una situación como la que atraviesa el PSOE. Zapatero, Rubalcaba y Urkullu se aprestan a mantener su entente ante la eventualidad de que el Constitucional avale la sentencia del Supremo. Reaccionan así para sortear la paradoja de que el acuerdo entre el Gobierno y el PP frente a Bildu acabe conduciendo, debido a la reacción nacionalista, al adelanto electoral que predican los populares.
Editorial en EL CORREO, 4/5/2011