Con lo fácil que habría sido manifestarse con disfraz, como en otras ocasiones. Casi todo el mundo está hecho un lío. Pastor, el portavoz parlamentario socialista, se pregunta si Otegi es, o no, el interlocutor necesario para el proceso de paz. Ellos, que le pusieron ese título, ¿ahora se lo preguntan? Ya nadie se atreve a apostar. Salvo Zapatero, claro.
Al mismo tiempo que el ex embajador de Israel, Shlomo Ben-Ami alertaba de que la Alianza de Civilizaciones no podía conformarse con hacer concesiones verbales a los islamistas más radicales para calmar su supuesto odio a Occidente, se detectaba un nuevo obstáculo en la ceremonia del apareamiento, que diría Arzalluz, entre el presidente del gobierno y Otegi. Si los hechos no acompañan a los mensajes de hierro del portavoz de Batasuna enfundados en guantes de seda, de poco pueden servir sus piropos al presidente Zapatero.
Después de la manifestación convocada por una organización ilegal que acabo liándose a barricadas hasta que la Eertzaintza empleó la fuerza y algunos terminaron con el brazo en cabestrillo, ¿qué dice Otegi? ¿Qué hace Permach? Los convocantes arremeten contra la Policía autónoma, acusan al Gobierno vasco, y al «PNV de Imaz», de ejercer la represión contra la izquierda abertzale. Pero como el departamento tardaba en reaccionar, el popular Urquijo recomienda al consejero Balza que emprenda acciones legales contra quienes insultaron a esta policía, que es de todos.
Desde el gobierno de Ibarretxe su portavoz Azkarate sólo tiene preguntas: ¿por qué? ¿por qué? Con lo fácil que habría sido manifestarse con disfraz, como en otras ocasiones. Lo cierto es que casi todo el mundo está hecho un lío. Los socialistas vascos, sin ir más lejos. A juzgar por las reflexiones de su portavoz parlamentario, Pastor, acerca de si Otegi es, o no, el interlocutor necesario para afrontar el proceso de paz (¿y ellos, que le pusieron ese título, ahora lo preguntan?) ya nadie se atreve a apostar.
Salvo Zapatero, claro está. A medida que van pasando los días desde aquel fatídico atentado en Barajas (ETA lleva ya 60 días sin matar) vuelve a recobrar la confianza en sí mismo y en la necesidad de que Otegi vaya encajando en el escenario apropiado para que Batasuna (Izquierda Abertzale) pueda presentarse a las elecciones. Pero la última manifestación sigue dando qué hablar. EHAK quiere que el lehendakari explique qué pasó en la manifestación de la confrontación. Menuda papeleta. En esta ocasión no se podrá achacar lo ocurrido a la actitud del PP.
Tiempos incómodos también para el PNV. Entre el ‘caso inmobiliario de Jauregi’, candidato a diputado general de Guipúzcoa, y el informe del Tribunal Vasco de Cuentas que desvela que el plan Ibarretxe supuso un coste de un millón de euros de los fondos públicos para su promoción, no es la mejor posición de salida en vísperas de campaña electoral. Euskadi tampoco dispone de una ley específica de regulación de la publicidad institucional. ¿Dónde están los límites entre publicidad y propaganda política? A ver ese Parlamento, que aparte del proceso, sigue dormido en los laureles…
Tonia Etxarri, EL CORREO, 28/2/2007