Aplacemos las querellas

JUAN CARLOS GIRAUTA-ABC

  • Sánchez ve bien que Feijóo protagonice dos intentos fallidos de investidura a la vista de toda España

Feijóo pedirá al Rey que lo designe candidato a la presidencia del Gobierno. Entonces pueden suceder dos cosas: que Sánchez también se lo pida o que no. Si lo pide y las cuentas le salen –algo que el Rey comprobará al despachar con todos los grupos parlamentarios–, el artículo 99 no le deja más opción que proponerlo a él, dada la literalidad del precepto y la naturaleza parlamentaria, no presidencial, de nuestro sistema. Como eso podría suceder, ha sido una mala idea precipitarse a defender la falsedad de que el Rey tiene que designar al más votado, con independencia de que así haya sido hasta ahora y de que Rajoy en una ocasión declinara la designación.

Pero Sánchez no va a poner al Rey en ese aprieto. Por dos razones: teniendo tantas posibilidades de seguir gobernando, no le conviene que la crisis del sistema (que él ha provocado) salpique ahora a la Corona. Pero, sobre todo, porque Sánchez ve bien que Feijóo protagonice dos intentos fallidos de investidura a la vista de toda España, con cuarenta y ocho horas de diferencia.

Conociendo al personaje, ni siquiera descarto que Sánchez aparezca de pronto vestido de patriota, afirme que su conciencia le impide pactar con Junts porque la condición del referéndum es inasumible y volvamos en diciembre a unas elecciones donde el PSOE mejore su resultado como consecuencia de todo ello. Su crecimiento en escaños también es altamente probable si lo que lleva a elecciones en diciembre es un bloqueo no buscado. La razón: la situación de crisis en la derecha tras el jarro de agua fría del día 23. Esa sensación no se borra prolongando el patético baile en el balcón de Génova con falsas sonrisas. En el improbabilísimo caso de que renovara su liderazgo, ni siquiera tiene tiempo el PP de hacerlo con tranquilidad, sin querellas internas y consolidando un nuevo discurso.

Dadas las circunstancias, el escenario más probable, con mucho, es una nueva legislatura de Sánchez, con o sin bloqueo de medio año. O sea, con o sin nuevas elecciones. Quien tiene el BOE siempre parte con ventaja, como ha demostrado el votante desmintiendo a la casa de sondeos más prestigiosa de España hasta hace unos días. Contar lo sucedido a toro pasado solo conduce a la melancolía. Si las empresas demoscópicas no reflejan la realidad, son propaganda. Basar la estrategia de campaña en la fe inquebrantable en una de ellas se ha demostrado un tremendo error.

En esta grave tesitura, la obligación cívica de todos los que vemos en Sánchez un peligro para el sistema constitucional del 78 es renunciar a la búsqueda de culpables lo antes posible y preguntarnos si existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de que Feijóo salga investido presidente. Luego ya discutiremos sobre todo lo demás. Y la verdad es que sí, que hay una posibilidad muy remota, pero real, y por tanto hay que ponerse a ello. El primer paso es aplazar las querellas.