JON JUARISTI-ABC

  • Sánchez, al contrario que Feijóo, lo ha aprendido todo del PNV. Sigue aprendiendo y progresa adecuadamente

Supongamos que alguien inventara un dispositivo que sirviera para lo contrario que el polígrafo o el antecesor de este, el llamado Guante Volumétrico (construido por un italiano en la segunda mitad del XIX, y que aparece en una estupenda serie de Netflix, ‘La legge de Lidia Poët’). Supongamos que alguien inventara un detector de verdades para pillar los fallos de los embusteros crónicos. No es probable que la ciencia aplicada nos vaya a sorprender con algo semejante. La progenie del Guante Volumétrico ha ido por otros caminos desde que la casa Zimmermann comercializara en 1903 el Pletismógrafo de Lehmann, antepasado de todos los demás pletismógrafos y de los guantes cibernéticos que se utilizan en medicina o en juegos de realidad virtual. Así y todo, supongamos que un patriota español exiliado en Harvard consiguiera invertir el funcionamiento del detector de mentiras para someter a tal improbable artefacto tipos como Sánchez. La manecilla del polígrafo reformado, al que yo sugeriría bautizar como Marcelino (en honor a un famoso polígrafo montañés), se volvería loca perdida cuando el presidente en funciones reconociera haber aprendido todo lo que sabe en política del Partido Nacionalista Vasco, al que no plagia siguiendo su costumbre, sino al que imita humilde y honradamente, como anunció que haría, a lo largo de lo que le quedase de vida, en aquel memorable colofón a la moción de censura contra Rajoy, el 1 de junio de 2018.

Promesa que ha cumplido con gran aprovechamiento, lo que es lógico cuando tus maestros son los mayores aprovechateguis del Reino de España. Ha aprendido sobre todo a callar. Ortega definió a los vascos como potencias originarias de la taciturnidad. Fue una generalización abusiva, porque hay vascos muy locuaces, pero están en otros partidos. El PNV es el más digno heredero del tacitismo hispánico, mal que le pese. Cuando larga, lo hace siempre a toro pasado. Ejemplo de esta semana, el ínclito Ortúzar advirtiendo que su no a Feijóo no implica un sí a nadie. Claro que no. ¿Cómo va a implicar semejante cosa?

Por tanto, ni la opacidad, ni el mutismo de Sánchez y, por extensión, del ‘Nuevo PSOE’, tienen que ver con el laconismo militar de nuestro tiempo. Son formas originarias de la taciturnidad que les han sido graciosamente transferidas por el PNV en recompensa por la devoción centenaria que el socialismo español le ha profesado, porque nadie ha admirado (y envidiado) más al PNV que el PSOE, viejo y nuevo. Por eso se equivoca absolutamente el PP cuando afirma que «quien calla otorga» al reprochar a Sánchez que no se pronuncie sobre la amnistía. No, hombre. El silencio de Sánchez no es un silencio corriente: es un Silencio Vasco, eso sí, de segunda mano. Y, en el Silencio Vasco, quien calla no otorga: chulea y manga (por hombro, no sé si me entienden).