ABC 06/06/17
· Riad lanza la ofensiva animada por el apoyo de Trump en su reciente visita
El mundo árabe se parte y demuestra la fragilidad de las alianzas entre sus países. A la tradicional lucha entre suníes y chiíes, liderada por Arabia Saudí e Irán, respectivamente, se suma la guerra abierta entre las dos grandes potencias económicas suníes: Arabia Saudí y Qatar. El pulso viene de atrás, pero las autoridades de Riad, fortalecidas por la reciente visita del presidente estadounidense, Donald Trump, dieron un paso al frente para aislar al vecino qatarí y obligarle a reconducir una política exterior en la que le acusan de colaborar con Irán y respaldar a los Hermanos Musulmanes, Al Qaida o el grupo yihadista Daesh. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar calificó las medidas de sus vecinos de «injustificadas» y aseguró que «se basan en denuncias y acusaciones que, en realidad, no tienen fundamento».
Los saudíes anunciaron el cierre de todos sus puertos, aeropuertos y puestos fronterizos para evitar la entrada de qataríes al país y argumentaron que se trata de una medida necesaria para protegerse del «terrorismo» y el «extremismo». Riad pidió a todos los países «hermanos y amigos» que «apliquen las mismas medidas lo antes posible» y Bahrein, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y el gobierno del este de Libia del general Jalifa Haftar, siguieron su ejemplo. Se dieron órdenes de expulsión a diplomáticos y ciudadanos qataríes y se cortaron las conexiones aéreas con un país que solo tiene frontera terrestre con Arabia Saudí, de donde le llegan la mayor parte de sus alimentos. En 2014 se vivió una primera crisis entre las dos petromonarquías y se retiraron los embajadores de Riad y Doha, pero después de ocho meses volvió la calma y se firmó la paz.
En esta ocasión, la chispa estalló tras la visita de Trump cuando la agencia oficial qatarí QNA publicó unas declaraciones atribuidas al joven emir de 33 años, jeque Tamim ben Hamad al Thani, en las que abordaba temas de política regional muy sensibles. Los qataríes denunciaron que su agencia había sido pirateada y que el jeque nunca había pronunciado esas palabras, pero el resto de países del Golfo se hicieron eco de forma inmediata y acusaron al pequeño reino de «traición» al Consejo de Cooperación del Golfo (CSG), formado por Bahrein, Kuwait, Omán, Arabia Saudí y EAU.
Primavera Árabe
Además del aislamiento físico y diplomático, Riad ordenó la retirada de los soldados qataríes que combaten en Yemen en la guerra contra las rebeldes hutíes. Esta crisis abierta en el Golfo enfrenta a dos aliados importantes en la «guerra contra el terrorismo» que lidera EE.UU., que tiene su principal base en la región en Qatar y cuyo secretario de Estado, Rex Tillerson, recordó a ambos países la necesidad de permanecer «unidos». Mismo mensaje que enviaron desde Irán o la Liga Árabe.
Las «Primaveras árabes» de 2011 airearon las diferencias de la política regional entre los dos reinos. Doha respaldó a los Hermanos Musulmanes y grupos afines en Egipto, Libia o Siria y dio refugio a Hamás cuando sus dirigentes tuvieron que salir de Damasco tras dar la espalda al presidente Bashar al Assad. Su cadena, Al Yazira, se erigió en el altavoz principal de las revueltas y su línea informativa se ha convertido también en los últimos años en uno de los puntos de disputa por lo que se ha llegado incluso a bloquear su acceso en algunos países de la región. Qatar es un centro de apoyo a las revueltas en los países árabes, pero mantiene un férreo control dentro de sus fronteras para asegurar su monarquía. «Esta medida tenía que haberse tomado antes, no podíamos seguir con un país que tiene dos caras. Por un lado, dicen que están contigo, pero luego te apuñalan», opina Salman al Ansari, responsable de Saprac, comité de relaciones públicas entre Arabia Saudí y EE.UU..