Navarra ha estado en el centro de la polémica política de los últimos días. El presidente no tuvo en cuenta la inquietud existente en Navarra acerca de su futuro, motivada porque una de las exigencias que ETA ha vuelto a plantear es lo que los nacionalistas llaman ‘territorialidad’, y le han faltado reflejos para dar un mensaje de tranquilidad y garantías.
La espectacular imagen del edificio ennegrecido en cuyos bajos tenía su negocio de ferretería un concejal de UPN de la localidad navarra de Barañain ha empañado el primer mes de alto el fuego de ETA que se cumple hoy, día 24. Frente a quienes quieren minimizar este tipo de episodios considerándolos como cuestión menor o, incluso, calificándolos de accidentes, hay que destacar la reacción del ministro de Interior llamando a las cosas por su nombre y dejando claro que este tipo de ataques ponen en cuestión la tregua anunciada por la banda terrorista.
El ataque al negocio del edil se ha producido en Navarra, territorio en el que aparecieron las primeras cartas de extorsión de ETA mataselladas después de la tregua, aunque el Gobierno sostiene que fueron elaboradas con antelación. Navarra ha estado en el centro de la polémica política de los últimos días después de que el presidente de esta comunidad, Miguel Sanz, expresara sus sospechas acerca de la existencia de un acuerdo secreto entre los socialistas y la izquierda abertzale que condicionaría el futuro del territorio foral.
Los socialistas vascos replicaron indignados a las afirmaciones de Sanz, pero fue el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien dejó la puerta abierta a cualquier desconfianza cuando fue entrevistado el pasado día 18 en la ‘Ser’. Ante una pregunta directa sobre la posibilidad de cambios en el estatus político de Navarra tras la tregua de ETA, el presidente se fue no ya por los cerros de Úbeda, sino dos cordilleras más allá, rehuyendo de manera ostentosa dar una respuesta clara al entrevistador.
El presidente, en su propósito manifiesto de eludir la pregunta, no tuvo en cuenta la hipersensibilidad e inquietud existentes en Navarra acerca de su futuro, motivadas por el hecho de que una de las exigencias que ETA ha vuelto a plantear es lo que los nacionalistas llaman ‘territorialidad’, que no es sino la integración en una unidad política de Navarra y Euskadi. Además, tal y como expone la banda terrorista en su último boletín ‘Zutabe’, esa es una exigencia que considera innegociable. A eso se une el hecho de que Batasuna y el resto de miembros del Foro de Debate Nacional pretendan aprovechar el viaje de la tregua para plantear una negociación política que abarque también a Navarra.
Frente a la inquietud que generan esos acontecimientos, al presidente del Gobierno le han faltado reflejos para dar un mensaje de tranquilidad y ofrecer garantías. Una vez iniciado el fuego de la polémica, tuvo que ser otra vez la vicepresidenta quien ejerciera el papel de bombero con unas palabras que, unos días antes en boca de Rodríguez Zapatero, nos hubiera ahorrado el incendio.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 24/4/2006