REBECA ARGUDO-ABC
- Viendo a la presidenta del Congreso de los Diputados es cuando me vino a la cabeza la frase de Scott
«Como haces cualquier cosa, haces todas las cosas», dice Winston Scott, el director del hotel Continental, en el capítulo 4 de ‘John Wick’. En un momento en el que toda película o serie viene con su extra de moralina (ora consigna feminista, ora sobrerrepresentación de todo colectivo minoritario, ora reivindicación de incuestionable justicia social) a mí lo que más me apetece cuando tengo un rato muerto es ver a un tipo capaz de tirarse cuatro capítulos repartiendo leña porque le han matado al perro. Ya está. Que para moralejas, prefiero a Esopo. Y, para echar el rato, que no me coman la cabeza los pelmas: ocio y asueto. Eso es lo que veo cuando elijo, digo. Cuando no, cuando estoy de servicio y no tengo más remedio que ver lo que toca, veo cosas como la comparecencia de Francina Armengol en la comisión de investigación por la compra de mascarillas durante la pandemia. Y viendo a la presidenta del Congreso de los Diputados es cuando me vino a la cabeza la frase de Scott: «Como haces cualquier cosa, haces todas las cosas».
Para los que Armengol es ya una vieja conocida (en Baleares la conocemos bien) no es ninguna sorpresa su actitud. Yo entiendo que en la política nacional sea algo exótico, pero su estilo, tan de ser ‘Sa Madona’, no es más que su manera de hacer todas las cosas. Porque así es como hace cualquiera. La desfachatez de decir en comisión una cosa diferente a la que dijo en rueda de prensa en el Congreso (una rueda de prensa utilizando la institución para hablar a título personal: la acusación no era al cargo que ostenta, sino a ella en particular) no es muy distinta a la que exhibió cuando estalló informativamente el caso de las menores tuteladas violadas en Mallorca. Y aquella utilización del Congreso para que se asociasen con él sus declaraciones está en plena concordancia con su petición de respeto por las instituciones: porque la institución es ella y acusarla de algo ilícito es, en su cabeza, hacerlo con aquello que representa. Aquello que representa y que es la primera en no ofrecerle el debido respeto: no olvidemos ni el desastroso y propagandístico discurso de apertura de la legislatura ni los ‘outfit gintonic en Magaluf’ con los que ha llegado a presidir la mesa.
Y aunque el estupor sea ya nuestro último refugio, no debería asombrarnos su reincidencia. Que sostenga sin pudor, por ejemplo, que sí, que habló alguna vez con ‘el señor García’, pero que no recuerda de qué hablaron pero sí recuerda de lo que no hablaron: precisamente de contratos y de mascarillas. De eso seguro que no, ni media duda. Le debe haber pasado como aquella vez que, estando de copas, olvidó que su propio gobierno había aprobado la normativa por la cual había un límite horario nocturno, que no un toque de queda. Y es que Francina Armengol lo hace todo igual: cualquier cosa y todas las cosas.