EL MUNDO – 25/03/15
· Urkullu pide una «nueva política de Estado» tras ETA mientras Rajoy capitaliza el proyecto.
El proyecto de levantar un centro en memoria de las víctimas del terrorismo en el corazón del País Vasco para evitar que el fanatismo rebrote, sobre todo en las nuevas generaciones, fue un acuerdo de todos los partidos en las Cortes en 2011. Ese pacto básico entre PP, PSOE y PNV, del que sólo se excluye EH Bildu, se tradujo ayer en Vitoria en el descubrimiento de una placa –inicio simbólico de la reforma del antiguo edificio del Banco de España– a cargo del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, acompañados por el ex lehendakari socialista Patxi López. Sin embargo, varias circunstancias hicieron que el día «histórico» para las víctimas del terrorismo y para toda la sociedad española, en palabras de Rajoy, quedara en parte empañado, con una tensión latente que se percibió en público y se comentó en privado.
Con tres años de retraso desde el primer convenio firmado entre Madrid y Vitoria para poner en marcha el centro, Rajoy capitalizó ayer su presentación preelectoral junto a un centenar de autoridades institucionales, políticas, policiales y militares y víctimas del terrorismo –alrededor de una docena–, en un clima marcado por las quejas del PNV y, en menor medida, también de los socialistas por la escasa comunicación con el Gobierno vasco en torno a este proyecto. Además, los nacionalistas han pedido, aunque con la boca pequeña, que el centro incluya a las víctimas de los GAL –a las que el Memorial ya contempla– y a las de abusos y excesos policiales –aunque para todo ese abanico habrá otro centro de dependencia vasca–.
En ese ambiente, y cuando ya la presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, Mari Mar Blanco; el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, y el diputado general de Álava, Javier de Andrés, los tres del PP, habían cargado contra las ambigüedades y equidistancias en el relato sobre ETA y su brazo social, Urkullu tomó la palabra para reclamar «una memoria crítica con la injusticia que padecieron la propia sociedad y todas las víctimas del terrorismo y la violencia».
Su mensaje central fue para el presidente: tras cinco años sin que ETA asesine, le dijo, es imprescindible la «altura de miras» para poner en común «una nueva política de Estado», en alusión velada a la política penitenciara con los presos de la banda terrorista, a los que no nombró. «No es suficiente con coexistir, es necesario convivir», concluyó Urkullu. Rajoy, en cambio, puso el énfasis en la necesaria «unidad sin fisuras» entre los demócratas ante el fin de ETA, y subrayó que «si hay una política de Estado que exige unidad y continuidad, ésa es el homenaje imperecedero a las víctimas y la preservación de los valores de dignidad y de justicia que ellas encarnan». El presidente prometió además que el Memorial garantizará «sin falsas equidistancias que los terroristas no se van a adueñar de un relato que sólo pertenece a las víctimas».
Si el discurso de Urkullu incomodó por sus apelaciones en un día dedicado a las víctimas del terrorismo, el de Rajoy también desagradó, o al menos decepcionó, al lehendakari y al PSE, especialmente a Patxi López, ya que el presidente no citó la colaboración de ambos en un proyecto que requerirá un acuerdo férreo para sobrevivir a los vaivenes de las elecciones, máxime cuando en el futuro patronato el jefe del Gobierno vasco será vicepresidente de la fundación.
«VOSOTROS SOIS LOS SIERVOS, PERO DE ETA»
Al margen de las divergencias entre PP, PNV y PSE, al otro lado de la línea roja en Euskadi sigue estando la antigua HB. Pero los tiempos han cambiado y ayer EH Bildu canalizó su rechazo a un Memorial que considera parcial a través del Parlamento y de una concentración silenciosa, de la mano de Podemos y de la Asociación de Víctimas del 3 de Marzo. Eso sí, un grupo muy pequeño de personas se acercó a los mandatarios para, en el momento en que descubrían la placa, silbar a Rajoy y a Urkullu e increparles con consignas como «ladrones» y «corruptos» o, en euskera, «fuera de aquí», «fascistas», «Urkullu, español» o «siervo de España». Gritaron también «no olvidaremos». El ex consejero vasco Joseba Arregui, uno de los expertos que han asesorado a Interior, les replicó en euskera: «Nosotros tampoco olvidamos. Vosotros sois los siervos, pero de ETA».
EL MUNDO – 25/03/15