EL CORREO, 3/10/11
El exconsejero de Cultura advierte, tras recibir el premio Covite, del riesgo de que «los asesinos y sus acompañantes se conviertan en héroes»
«Nunca la libertad de ETA fue la nuestra ni su paz será la nuestra». Hay frases que deberían cincelarse en los muros de la Historia. Y esa es una de ellas. La pronunció ayer el exconsejero de Cultura Joseba Arregi al reclamar que el «futuro de la sociedad vasca» no se base «en las razones que motivaron y legitimaron el asesinato de padres, hermanos, parientes y amigos» por parte de ETA. Es decir, agregó en un emotivo discurso, «lo contrario de lo que proclama el Acuerdo de Gernika, que ha pasado para algunos a ser la nueva Biblia de la política vasca» y parece que es la «Revolución francesa».
Arregi, que realizó estas declaraciones en San Sebastián, donde recibió el X Premio Internacional Covite por su apoyo a las víctimas del terrorismo, admitió que recogía este galardón «cansado, aburrido, entristecido, desilusionado y bastante harto». Y lo razonó. Después de una larga trayectoria humana e intelectual en favor de la paz y la ética, el exparlamentario guipuzcoano dijo percibir que los «asesinos y sus acompañantes se están convirtiendo en héroes; son ellos los que nos traen la paz, como se atrevió a proclamar un líder político».
Durante su discurso, el antiguo consejero vasco, que se dio de baja en el PNV en 2004, valoró la suma de los presos etarras al Acuerdo de Gernika como una noticia positiva, aunque esté «muy mezclada con interrogantes y preguntas». Menos importancia le concedió a la disolución de Ekin, anunciada el sábado por dos portavoces de este colectivo que durante años se encargó de mantener la ortodoxia de la banda terrorista en las filas de Batasuna. «Es el suicidio de uno que estaba muerto», aunque algunos lo «vendan» como un gran paso, explicó.
Arregi se quejó del discurso que la izquierda abertzale intenta implantar en la sociedad desde que iniciara su apuesta por las vías políticas, donde «son ellos los que reflexionan, los verdaderos demócratas, los que abren el proceso democrático y tienen derecho a dirigir nuestras instituciones», ironizó.
También lamentó que este colectivo sea el que se sitúe en «la trayectoria de las víctimas de la Guerra Civil y de Franco, reclamando para sí, para ETA, la legitimidad de esas víctimas», y que la antigua Batasuna y la propia banda terrorista se crean en «el derecho de reclamar pasos a los demás, al Estado, porque, en su opinión, ellos ya han hecho lo suficiente».
«Siguen con la misma táctica de condicionar, al precio que se les ocurra, sus decisiones», subrayó Arregi, antes de dejar claro que «nunca la libertad de ETA fue la nuestra ni su paz será la nuestra». Frente al hecho de que «nos repitan una y otra vez que debiéramos estar contentos porque el fin de ETA está próximo», el exconsejero advirtió que las víctímas sólo estarán «de verdad contentas» cuando tengan «la seguridad de que la historia no se va a olvidar, de que la narrativa correspondiente a los años del terrorismo no la escriban quienes lo han practicado, justificado y encubierto».
El «germen del asesinato»
A la ceremonia asitieron la responsable de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua, la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, la directora de Atención a Víctimas del Terrorismo del País Vasco, Maixabel Lasa, el viceconsejero de Seguridad, Miguel Buen, el delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces, y los dirigentes del PP Borja Sémper y Ramón Gómez, entre otros.
Durante su alocución, Pagazartundúa explicó que, «mientras las identidades colectivas se construyan ajenas a las más profundas convicciones democráticas, cada construcción puede llevar explícita el germen del asesinato».
EL CORREO, 3/10/11