Los nacionalistas han hablado siempre así a los etarras: podéis seguir matando, que el día que decidáis dejar tan mala costumbre allí estaremos nosotros, en la mesa de la paz, ansiosos de negociar con vosotros la solución al conflicto. Los diálogos no son nuevos. Los nuevos en esto son los socialistas. El proceso de paz y bondad se les va de las manos antes de empezar.
Imaginemos la siguiente escena: el presidente del Gobierno se dirige a los asesinos de mujeres y les anuncia, solemne, que su destino será dejar de perseguir y asesinar a sus parejas. Después dirige la mirada hacia las bandas de mafiosos y les vaticina que no tendrán más remedio que volverse honrados y abandonar armas y malas intenciones. También interpela a los ladrones y les augura un ineludible horizonte vital de trabajo honrado. José Blanco añade, bondadoso, ¡Ah, cómo me gustaría que condenárais el crimen y el robo! Y Patxi López se muestra impaciente, pero esperanzado; no acabáis de entender lo que os pide la sociedad desde hace tanto tiempo, pero lo comprenderéis, y ese día, yo, Blanco y el presidente nos sentaremos con todos vosotros en la mesa de la bondad para acordar un futuro de concordia y felicidad.
¿No se lo imaginan? Yo tampoco. No se me ocurre más posibilidad que la de hablarles de represión y de la cárcel que les espera mientras les envían a la policía. Pero no porque me atenga a la lógica. Porque, según la lógica establecida por el PSOE, ese diálogo entre el Estado infinitamente flexible y los delincuentes es perfectamente posible. La escena anterior es real. Reproduce lo dicho por Zapatero, Blanco y López a un grupo de criminales este fin de semana. He cambiado tan sólo el tipo de criminal. No se trataba de los asesinos de mujeres, ni de bandas de mafiosos ni de ladrones. Hablaban a los etarras. En esos términos, y sin la más mínima mención a la policía y a los largos años de cárcel que deberán pasar antes de tener la posibilidad de participar en ninguna decisión sobre su sociedad.
Los diálogos no son nuevos. Los nuevos en esto son los socialistas. Los nacionalistas han hablado siempre en esos términos a los etarras; podéis seguir matando, que, el día que decidáis dejar tan mala costumbre, allí estaremos nosotros, sentados en la mesa de la paz, ansiosos de negociar con vosotros la solución al conflicto. Josu Jon Imaz declaraba el domingo a ABC lo mismo que siempre ha sostenido el PNV, que el futuro de ETA es la conversión en un actor político más del País Vasco. En otros términos, que su destino no es la cárcel, sino la mesa de diálogo, una vez que haya cambiado de opinión sobre el crimen. Entretanto, el plazo para arrepentirse es amplísimo. Extiéndase hasta el infinito el mañana del epígrafe e inclúyanse en el ínterin todos los crímenes que a ETA le apetezcan.
Son conocidas las razones de la flexibilidad infinita hacia los criminales de los nacionalistas; les otorgan cierta legitimidad y están de acuerdo con sus objetivos. Pero es incomprensible la actitud de un PSOE que disiente de una y otra cosa. En privado, alegan pragmatismo. Pero es un pragmatismo que erosiona las bases fundamentales del estado de derecho, y es posible que su propio poder. El proceso de paz y bondad se les va de las manos antes de empezar.
Edurne Uriarte, ABC, 30/8/2005