Antonio Casado-El Confidencial
Sedienta de visibilidad, la nueva líder de Ciudadanos ha zarandeado el tablero político con su apoyo al Gobierno PSOE-UP
Sedienta de visibilidad, la nueva líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha zarandeado el tablero político con su inesperado apoyo al pandémico Gobierno PSOE-UP ¿O solo a la nueva prórroga del estado de alarma reclamada por el mando único? Es la liebre tras la que corren los finos analistas. El tablero tiembla, pero no se rompe sin previo paso por las urnas. Solo la avidez de emociones fuertes permite especular sobre una nueva mayoría por incorporación de Cs a la causa del Gobierno Sánchez-Iglesias. Ni en sueños. Y para un remplazo por Podemos, simplemente no darían los números.
Ni los números ni la política. Son fuerzas incompatibles. Cs sería un cuerpo extraño en la sindicación populistas-nacionalistas que hizo posible el segundo salto de Sánchez al poder (7 enero 2020), aunque los deseos de unos y los temores de otros pueden presentarlo como algo verosímil a la luz de la vieja doctrina de Zapatero sobre la «geometría variable».
Los extraños sucesos de esta semana han sido pasto fresco para la voracidad del tertuliano. Pero son movimientos tácticos de escaso recorrido
Los extraños sucesos de esta semana han sido pasto fresco para la voracidad del tertuliano. Sin embargo, su alcance es episódico en la marcha de la Legislatura. Movimientos tácticos de escaso recorrido. Se desencadenaron cuando Moncloa entró en pánico por una casual coincidencia de la derecha de toda la vida con los amigos nacionalistas.
Ambos amenazaron al tiempo con desautorizar en el Congreso una nueva prórroga del estado de alarma. Y eso dio lugar a unas apresuradas negociaciones de última hora para ganarse el apoyo de Cs y PNV. Se trataba de desarmar a Pablo Casado. Había que desactivar una presunta operación de acoso y derribo del PP contra Sánchez que, dicho sea de paso, nunca hubiera perpetrado (su idea siempre fue pasar del «sí» de las prórrogas anteriores a la abstención en esta), votaran como votaran los diputados de ERC, PNV y Cs.
No veo a la nueva líder de Cs apuntalando a Iglesias Turrión en la votación de unos PGE reñidos con el pensamiento liberal
Así que lo ocurrido se debió a una compulsiva reacción de Moncloa. Se temió una derrota de la prórroga, que hubiera creado una grave situación sanitaria, política y económica, por abrupta derogación del estado de alarma.
Los pactos oportunistas con Cs y PNV no tendrán consecuencias en el vigente juego de alianzas. Ni Sánchez ni Arrimadas van a cambiar de aliados, aquel en el Gobierno central de la nación, y esta en las autonomías que gobierna en coalición con el PP. No veo a la nueva líder de Cs apuntalando a Iglesias Turrión en la votación de unos PGE reñidos con el pensamiento liberal. Arrimadas se harta de desmentir cualquier tentación de formar parte del plan B de Sánchez para sobrevivir en caso de que se rompiera la mayoría de la investidura. Y Sánchez no tiene la menor intención de romper con UP.
De desplazar a UP, ni hablamos. Sánchez no lo permitiría, porque los números no le darían para sobrevivir como presidente del Gobierno
Cs solo puede justificar su acercamiento al PSOE como una forma sacar a ERC de la sombra de Sánchez. Para eso le darían los números, llegado el caso, pero chocaría con el PNV, aún socio «fiel» de Moncloa, al menos hasta que puedan celebrarse sin nuevos contratiempos las elecciones vascas. De desplazar a Podemos, ni hablamos. Sánchez no lo permitiría, porque entonces los números no le darían a él para continuar siendo presidente del Gobierno, aun sobre una mayoría tan frágil y sobre un tablero político que tiembla.