Alberto Ayala-El Correo

Parecía una líder sin capacidad para dar la vuelta a la historia de Ciudadanos. Una suerte de enterradora de lujo para una opción política que pudo ser, pero que no fue, por la ambición desmedida y la falta de visión política de Albert Rivera, que le llevó a rechazar cogobernar con el PSOE para intentar, sin éxito, arrebatar al PP el liderazgo del centroderecha.

Todo eso, de golpe y porrazo, puede ser pasado. El puñetazo en la mesa de Inés Arrimadas, su decisión personal de salvar, a cambio de algunas contrapartidas, la cuarta prórroga del estado de alarma, y evitar así lo que hubiera sido un durísimo revés para Pedro Sánchez y su Gobierno de coalición de izquierdas, ha vuelto a colocar a los liberales en el tablero político español. Y con mucho juego por delante.

De la noche a la mañana la líder liberal se ha convertido para el mundo progresista en una suerte de Arrimadas Superstar. Para la derecha política y mediática, en especial para el PP, en cambio, el paso dado por Ciudadanos ha sido lo más parecido a una traición.

Y es que la fenomenal campaña llevada a cabo en las últimas semanas por el mundo conservador contra el Gobierno Sánchez, con razón por sus continuados tropiezos y sin ella, debía tener esta semana una primera consecuencia: que el presidente y los suyos se llevaran un fenomenal bofetón al ver rechazada la prórroga del estado de alarma -que es lo que permite limitar nuestros movimientos- por el Parlamento. Ciudadanos -y el PNV, claro está- echaron abajo el castillo.

Arrimadas ha sabido ver en el delicado momento que afrontaba el Ejecutivo toda una oportunidad para tratar de invertir el trágico destino que parecía afrontar la formación liberal y no ha dudado en jugarse la carta.

¿Resultado? Ciudadanos no solo vuelve a existir sino que afronta un futuro en el que su papel puede ser determinante para la gobernabilidad del Estado. Eso sí, dejándose pelos en la gatera como el adiós de Girauta, la bronca de Marcos de Quinto o la reprimenda de Rivera. La de Aznar, vía Faes, iba de suyo.

La líder liberal ha dicho que el apoyo a Sánchez es una decisión puntual y condicionada. Pero igualmente ha dejado claro que sigue dispuesta a seguir jugando a negociar, siempre claro a cambio de contraprestaciones.

Su paso es especialmente relevante ahora y a unos meses vista. De cara al otoño, cuando el Gobierno Sánchez deberá sacar adelante sí o sí unos complicadísimos Presupuestos. Con Esquerra de nuevo en el monte. Con el PNV siempre dispuesto al acuerdo a cambio de contrapartidas. Ciudadanos puede ser la llave final que propicie la aprobación de las Cuentas. Si la habitual soberbia de Iglesias no pone diques insalvables y todo salta por los aires.

Ciudadanos vuelve a existir. Que la película acabe bien para Sánchez y para ellos es algo que iremos viendo en las próximas semanas-meses. De momento el PP sigue sin poder ocultar su contrariedad por la fractura del bloque de las derechas -las alianzas autonómicas no creo que corran peligro, al menos de momento- y el inesperado respirador que Arrimadas ha facilitado a Sánchez cuando eran evidentes sus dificultades para respirar.

Se abre una nueva partida política. Sigan atentos a la jugada.