Editorial de El Español
Este miércoles Inés Arrimadas mantuvo su primer encuentro con el presidente del Gobierno en el Palacio de la Moncloa. Tras algo más de dos horas de reunión para abordar los Presupuestos, piedra angular del futuro de España, lo sustancial fue que la líder de Cs planteó una tregua entre los «actores políticos» para «estar a la altura de los españoles». Los desafíos son mayúsculos y, como advirtió el director de EL ESPAÑOL en la Junta General de Accionistas, «a falta de pactos, buenas sean treguas».
En realidad, para este entendimiento de mínimos, vital para nuestro país, Arrimadas ha usado un argumentario más que convincente: si los españoles han tenido que hacer esfuerzos inimaginables, qué razón hay para que el arco parlamentario, y ante la excepcionalidad de la pandemia, deje de lado las luchas partidistas.
Con este movimiento de Cs, la formación liberal demuestra ser el único partido político que ha sido proactivo, que ha abandonado el inmovilismo, cuando España ha afrontado y afronta una de sus crisis más graves. Ya lo hizo cuando aceptó prorrogar el estado de alarma y ahora lo hace cuando acepta negociar los Presupuestos con el Gobierno. De momento, con diez diputados, Cs cumple su objetivo de ser un partido clave en las decisiones políticas: un partido útil, algo que de alguna manera supone una lección, una enmienda a la totalidad a su anterior líder, Albert Rivera.
Lo cierto es que ha llegado la hora de la verdad y, en este momento del partido, es Inés Arrimadas quien tiene la clave de los Presupuestos y, por ende, de la gobernabilidad si no es que Sánchez, en un inesperado giro de guión, vuelve a mirar a ERC y jugar a dos barajas.
La moderación
Que haya mayoría para unos Presupuestos, por otra parte, le quita presión a Pablo Casado. El PNV y los pequeños partidos regionalistas pueden garantizar que sean unas cuentas moderadas, aceptables por Bruselas, y que, como la propia Arrimadas ha advertido, no se negocien con Arnaldo Otegi, Gabriel Rufián o el propio Pablo Iglesias, que, para más inri, sí forma parte de la ecuación.
De hecho, aunque Podemos esté presente en las reuniones, está por ver que Pablo Iglesias asuma las tesis de Cs cuando en el ADN de Podemos está el propalar el resentimiento social y el enfrentamiento entre españoles.
Momento decisivo
Realmente, en este punto estamos ante una doble cerradura. Por una parte, Arrimadas nunca aceptaría desaforadas subidas de impuestos, ni la contrarreforma laboral, ni la ristra de medidas de ingeniería social que propalan los populistas; por otra, habrá qué ver cómo y cuánto transige Podemos.
Es esta misma disyuntiva la que, haciendo un ejercicio de política ficción, podría abrir un cisma en el Gobierno que incluso contaría con cierta aquiescencia del PP. Sea como fuere, en este momento decisivo hay que insistir en esta verdad: si Arrimadas tiene la llave, Sánchez tiene la cerradura. Y hay demasiado en juego.