EL MUNDO 25/03/14
· Margallo: «Abordaría la cuestión catalana igual que Rajoy»
Hasta que salió al patio del Congreso y se plantó ante los micrófonos, escoltado por una guardia de corps de políticos convergentes, Artur Mas se limitó a presentar sus respetos ante el féretro de Adolfo Suárez y a departir, en el tono más cordial y afectuoso, primero con el hijo del difunto, Adolfo Suárez Illana, y luego con las autoridades de la Cámara.
Pero, sin abandonar su gesto más amable –diríase que satisfecho–, el presidente de la Generalitat no tardó en rentabilizar la visita. Arrancó con unas palabras al uso, con las que solemnemente se erigió en portavoz del «sentir mayoritario del pueblo catalán», para expresar «no sólo su respeto, sino también su reconocimiento» a Suárez. «Miró más por el interés general del conjunto del Estado que por el de su partido o el suyo propio», subrayó, y apeló a sus «valores»: su «sentido de Estado» y su «mucha audacia, coraje político y personal, y su generosidad».
Y a continuación, ante la sorpresa de los periodistas que habían visto desfilar por esa tribuna a numerosos y muy discretos políticos y presidentes autonómicos, Mas barrió para la casa de su desafío independentista en Cataluña. Suárez «nunca miró hacia otro lado», afirmó, en una clara alusión al actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y tras afirmar que «en los momentos actuales se echan en falta» dichos valores. «Miró de cara los problemas, no los soslayó ni los rehuyó. Es un activo político que deberíamos tener muy presente en los momentos actuales».
El presidente de la Generalitat no olvidó repetir que Suárez restauró por decreto la institución que él preside, antes aún de que se aprobara la Constitución. «Quién lo vio y quién lo ve», llegó a ironizar, en lenguaje reivindicativo, a pocos metros de la capilla ardiente. En constante referencia tácita al no del Gobierno –y del PSOE– a la consulta soberanista, redundó: «A grandes retos, grandes soluciones; que no pueden ser las típicas ni las clásicas, sino que hay que desarrollar un gran poder de imaginación y de coraje político para enfrentar estas situaciones».
Lejos de la capilla ardiente, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, puso el contrapunto desde Filipinas a las palabras de Mas: «Suárez abordaría la cuestión catalana de la misma forma que la está abordando el presidente Rajoy», recalcó.
«Tanto Suárez como Rajoy están atentos a cualquier motivo de desasosiego que pueda producirse en cualquier comunidad», añadió un Margallo emocionado por la pérdida de Suárez, quien ponderó que «el problema de Cataluña, como el de cualquier comunidad, debe ser atendido por el Gobierno, dialogado y resuelto por toda la comunidad española». «Ése era el espíritu de Suárez, y eso es lo que este Gobierno ha hecho. Hemos dicho que existe la posibilidad de diálogo abierto siempre que se produzca dentro de la ley», afirmó.
De nuevo en el Congreso, cuando todavía hablaba Mas se vio salir de la capilla ardiente a la presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, quien minutos antes se había quejado en privado de que las autoridades catalanas no se unieran al luto del resto del Estado y suspendieran el Pleno de mañana miércoles. «Eso corresponde a la presidenta del Parlament», comentó Mas. También le criticó Camachopor «apropiarse» del espíritu de diálogo de Suárez, que siempre fue para «construir» y no para «destruir».
Quien sí le criticó en público fue el ex portavoz de CiU en el Congreso y uno de los padres de la Constitución, Miquel Roca, quien a su salida de la propia capilla ardiente declaró: «Éste es un mal momento para instrumentalizar la figura» de Suárez: «Compararlo con algo a mí no me va. Le valoro por sí mismo, por lo que hizo, y la manera y el estilo con que lo hizo».
Todavía más discreto, el ex presidente Jordi Pujol se mostró satisfecho de la «adhesión sincera» mostrada por los españoles hacia Suárez. «Es bueno para el conjunto del país tener un referente» en la «memoria», afirmó con «cierta alegría». Ya en el plano personal, se dijo «contento» del «respeto» que le unió a Suárez, incluso en el «desacuerdo». «Tenía sus argucias de político, pero muy buena fe», insistió, sin decir palabra sobre el desafío soberanista que él mismo apoya.
En medio del pleno consenso político de la jornada, hubo otra excepción también singular. Y es que la portavoz de ERC, Anna Simó, anunció la decisión de su partido de no asistir a la capilla ardiente de Suárez, pese al «respeto» que le merece su figura. Argumentó que la formación no siente la desaparición «como propia» y que el acto de homenaje «está cogiendo un aire de exaltación de la españolidad y el inmovilismo».