EL CORREO, 15/9/12
Recibe a los organizadores de la manifestación independentista e insiste en celebrar una consulta popular, pero sin fecha
Artur Mas empieza a salir de la bruma. El presidente de la Generalitat dio ayer un paso al frente, fijó su objetivo en una Cataluña «interdependiente» más que una independiente, y afirmó que no aboga por la desaparición de los vínculos de todo tipo que existen con el resto de España. «¿Alguien puede pensar que después de un proceso así habría una separación total y absoluta entre Cataluña y España? Eso sería absurdo», afirmó. «Sea la fórmula que sea, todos seríamos europeos y los lazos sentimentales, los intereses y las relaciones no se cortarían de la noche a la mañana», señaló.
Hasta ahora, Mas se había movido en la ambigüedad. A lo largo de esta semana ha asegurado que Cataluña «necesita un Estado», «estructuras de Estado» o «instrumentos de un Estado», pero, deliberadamente, ha obviado la palabra ‘independencia’, el grito de guerra de quienes se echaron a las calles de Barcelona el martes, en la celebración de la Diada. Pocas horas antes de recibir en la sede del Govern a una delegación de la Asamblea nacional catalana, la entidad que organizó la marcha del ‘Onze de setembre’, dijo algo más.
De alguna manera, y sin citarlo, Mas defendió una especie de Estado libre asociado, similar al que propuso el exlehendakari Juan José Ibarretxe, tomando como patrón el estatus político de Puerto Rico respecto a EE UU y que recibió un sonoro portazo cuando acudió a defenderlo a Madrid. E igual que Ibarretxe, el Gobierno de Mas defiende la celebración de una consulta soberanista, si bien aún no se atreve a poner fecha. Los convocantes de la gran manifestación, en cambio, instaron al president a que convoque el referéndum en 2014, una fecha simbólica para Cataluña, pues se celebrarán los tres siglos de la caída de Barcelona a manos de las tropas borbónicas en la guerra de sucesión española.
El Parlament ultima la aprobación de una ley de consultas, con la que el gobierno autonómico quiere tener la posibilidad de convocar a la ciudadanía sin necesidad de que se lo autorice el Ejecutivo central. Este sería uno de los primeros pasos de la transición nacional hacia el derecho a decidir de la que le gusta hablar a Artur Mas. El otro sería el pacto fiscal, que el jueves próximo empezarán a negociar Rajoy y Mas en La Moncloa.
En un principio, la Generalitat vendió la hacienda propia, o el concierto económico similar al vasco, como un posible dique de contención del independentismo creciente de Cataluña. Sin embargo, ahora reconoce que ni un hipotético acuerdo con el Gobierno de Mariano Rajoy en torno a quién tiene la llave de la caja pondría freno a sus ambiciones soberanistas.
Y además, las relaciones entre los dos Ejecutivos no atraviesan por su mejor momento. Como muestra, el botón de la nula presencia de dirigentes del PP y del Gobierno (tampoco del PSOE) en la conferencia que pronunció el jueves Mas en Madrid y que no ha sentado nada bien en el seno de la Generalitat.
EL CORREO, 15/9/12