Juancho Dumall, EL PERIODICO, 27/11/11
Quienes esperaran un baño de sangre en la reunión del Comité Federal del PSOE se habrán sentido desilusionados. Aunque todavía groguis por los resultados del pasado domingo, los dirigentes socialistas son lo suficientemente veteranos (algunos creen que incluso “demasiado” veteranos) como para dar en público un espectáculo de división interna y de arreglo de cuentas pendientes. Y aunque parte de la reunión era a puerta cerrada, todo el mundo sabe en Ferraz que las intervenciones de unos y de otros acaban saliendo en la prensa con pelos y señales.
¿Cómo leer, entonces, lo ocurrido en esta reunión del máximo órgano del PSOE entre congresos? Tal vez como lo más parecido, en términos pugilísticos, a un asalto de tanteo. Ni Alfredo Pérez Rubalcaba ni Carme Chacón, los dos nombres que aparecen en todas las quinielas como posibles candidatos a la secretaría general, enseñaron ayer sus cartas. Se limitaron a dejarse querer por sus más allegados y se cuidaron muy mucho de ejercer de liebres en la carrera de galgos que va a producirse desde ahora hasta el congreso que se celebrará en Sevilla del 3 al 5 de febrero.
Tampoco surgió de la reunión una tercera vía, un rostro nuevo dispuesto a dar la batalla a los dos dirigentes tan maltratados por las urnas. Si hay algún tapado, al estilo del José Luis Rodríguez Zapatero del año 2000, ha esperado a mejor ocasión para hacer su puesta de largo.
Todo el mundo sabe, sin embargo, que el PSOE necesita una catarsis y que lo de este fin de semana ha sido un simple aperitivo: un poquito de autocrítica, cierre de filas y lametones en las heridas. Pero el panorama queda muy abierto hasta el congreso. El baile de nombres no ha comenzado, pero se producirá. Y da la sensación de que nadie va a poder vertebrar el proceso. Los llamados barones territoriales (Barreda, Fernández-Vara, Griñán) están aún más chamuscados que Rubalcaba y Chacón. El madrileño Tomás Gómez tampoco puede presentar una gran hoja de servicios tras sus derrotas abultadas en Madrid. Y algunos jóvenes que apuntan maneras, como Eduardo Madina, de momento se han borrado del partido.
Los conciliábulos, los pactos y las tarascadas no tardarán en llegar y es muy posible que el 38º congreso del partido tenga un final tan imprevisible como el desenlace del que hacía el número 35º, en julio del 2000, en el que un joven diputado leonés se hizo con las riendas de un partido centenario ante el estupor general.
Juancho Dumall, EL PERIODICO, 27/11/11