EL MUNDO 05/01/14
· «Seguiremos trabajando para superar la represión»
· «Ponemos nuestra experiencia y vivencias al servicio del proceso político»
Con centenares de asesinatos a sus espaldas, los más de 60 ex presos de ETA liberados tras la derogación de la doctrina Parot no sólo no reniegan de su pasado, sino que se presentan como víctimas de «las leyes y medidas de excepción». Con esta etiqueta de mártires exigen la «amnistía» para los terroristas que permanecen en las cárceles «españolas y francesas» y el reconocimiento del «derecho a decidir» del pueblo vasco como condición para la solución al «conflicto político». Es la carta que esgrimieron ayer en Durango, después de que el juez Pedraz optara por no prohibir el acto al no apreciar en él enaltecimiento del terrorismo.
Con el aval de la Justicia, que amparó esta puesta en escena de los terroristas de ETA momentos antes de su celebración, los ex presos celebraron su bautismo político en un acto que reunió a los históricos Kubati, Javi de Usansolo, Juan Manuel Píriz, Jesús María Zabarte o Isidro María Garalde Mamarru (no acudieron Domingo Troitiño, Txikierdi o Inés del Río, según afirmó su abogada). La comparecencia, sin posibilidad de preguntas, consistió en la lectura, en castellano y euskera, de dos comunicados, uno con la firma de los mediadores del Colectivo de Presos de ETA (EPPK) y otro respaldado por los últimos presos en salir de prisión.
El polémico acto, que se celebró sin presencia policial visible en el exterior del Kafe Antzokia, el antiguo matadero de esta localidad vizcaína, estaba configurado para que los ex presos se adhirieran al comunicado hecho público el 28 de diciembre por el EPPK, en el que los reclusos mostraban su disposición a adoptar medidas sin precedentes, y al que dieron su «total conformidad». Sin embargo, su comunicado, leído en castellano por José Antonio López, Kubati, uno de los más sanguinarios etarras, contiene sustanciales diferencias con el texto de los presos, ya que eleva las exigencias al Gobierno y su reconocimiento del daño causado es menos explícito.
La principal diferencia radica en que los ex presos reclaman la «amnistía», algo que los reclusos no solicitaron en su reciente comunicado, en el que aceptaban someterse a los cauces legales para conseguir excarcelaciones de forma «escalonada» e «individual» en un «tiempo prudencial». El texto de los liberados no recoge nada de este compromiso personal y concluye con la proclama de «amnistía y autodeterminación», lo que no aparecía en el documento del EPPK.
Asimismo, entre las exigencias que plantean al Gobierno (no así a ETA, a quien no reclaman su disolución ni desarme), demandan el reconocimiento del «derecho a decidir» del pueblo vasco como condición para la «solución del conflicto», que sólo «vendrá atendiendo a la misma raíz política». Y a corto plazo, exigen que este mismo año debe producirse «el cambio de la política penitenciaria» porque «es urgente solucionar el problema» que representa «el grupo de compañeros que continúa en las cárceles» españolas y francesas. «Tenemos que repatriarlos y liberar hasta al último de ellos», aseguran.
En relación con la asunción de responsabilidades, el reconocimiento del daño causado que constató el EPPK no es tan explícito, ya que los ex reclusos se limitan a recoger que «hemos sido receptores directos del sufrimiento padecido y generado y así lo reconocemos». Sin condenar los asesinatos, se presentan como mártires del «conflicto» al ser víctimas de «las leyes y medidas de excepción» aplicadas por el Estado, que les ha llevado a ser «testigos del dolor y la muerte causada por la dispersión». Pero no muestran arrepentimiento de su pasado terrorista y únicamente reflejan de forma genérica que «aceptamos toda nuestra responsabilidad en lo relativo a las consecuencias del conflicto».
Los ex presos, que aseguran sentirse «en deuda con nuestros pueblos y vecinos por el calor recibido» en los homenajes a su salida de la cárcel, mostraron su compromiso «total» con el escenario político abierto en el País Vasco tras la renuncia de ETA a la violencia. Ante este nuevo panorama, ofrecen su «experiencia y vivencias al servicio del proceso político democrático», al tiempo que muestran su «compromiso personal» para impulsar las nuevas iniciativas del EPPK y «seguir trabajando para superar la represión que hoy en día aún padece nuestro pueblo y conseguir la libertad que tanto merece».
El acto político estuvo liderado por cuatro antiguos integrantes de ETA que ejercieron de portavoces (Estanis Etxaburu, Arantza Garbaio, Kubati e Itziar Martínez Sustatxa). A sus espaldas, en el escenario del teatro, se colocaron los más de 60 excarcelados con un fondo negro y sin que hubiera símbolos de los presos, para evitar cualquier gesto que pudiera motivar alguna denuncia por enaltecimiento del terrorismo, a excepción de un cartel en la mesa de los intervinientes que reclamaba la «vuelta a casa de los presos políticos y exiliados».
Tras la lectura de los cuatro comunicados, el acto concluyó de forma inesperada después de que un periodista del Grupo Intereconomía reclamara varias veces en alto a los ex reclusos que pidieran perdón a las víctimas. Ante su insistencia, pese a la negativa del portavoz a responder a preguntas, la organización le pidió que abandonara la sala. Al término del acto político, los ex reclusos compartieron un almuerzo con allegados y amigos.
Entre las reacciones a la comparecencia, el Gobierno vasco reprochó a los ex presos que «la vía elegida no sólo requiere hablar retóricamente de las consecuencias del conflicto» y «confundir un proceso de pacificación y normalización en la convivencia con lo que pretenden identificar con un proceso democrático».