El caballero de loa triste figura que aparece en el centro de las foto se llama Salvador Illa y está flanqueado a su derecha por el petiso Aragonés, presidente anterior de la Generalidad y miembro de ERC. a su izquierda está Josep Rull, presidente de un Parlamento que cuenta en su historial con otras muestras de su calaña intelectual y moral: Ernest Benach, Nuria del Gisper t, Carme Forcadell, Roger Torrent y Laura Borrás, por poner unos ejemplos.

Resulta que Salvador Illa es el representante ordinario del Estado en el Comunidad Autónoma de Cataluña y en su condición de tal ha decidido pasarse por el forro el símbolo del Estado, la bandera española. Uno, al ver la foto, pensó que Illa, hombre prudente al fin y al cabo, no habría querido desairar a los dos tipos que le acompañan en la foto y había resuelto como mal menor comparecer con la señera como única compañía. El asunto es aún más lamentable porque la imposición de la catalana como única bandera no fue una imposición de los golpistas que lo acompañan en la foto. Cuenta el ABC que la ceremonia fue «organizada por el equipo del presidente entrante, no por el del saliente». Lo que caracteriza al sanchismo son las ganas de agradar. A mí, este lance la bandera me recuerda a una de las primeras secuencias de ‘Toma el dinero y corre’ en la que se describen los infortunios infantiles de Virgil Starkwell, el personaje que interpreta Woody Allen. Sus trifulcas siempre acaban con sus compañeros de correrías quitándole las gafas y pisándoselas.

Así inicia una carrera de delincuente con futuro incierto. En uno de sus momentos trata de captar a dos cómplices para atracar un banco, sin darse cuenta de que se lo está proponiendo a dos agentes de policía. Virgil se quita las gafas y las pisotea obsequiosamente en atención a los maderos. Pues eso fue exactamente lo que hizo Salvador Illa: pisarse las gafas por propia iniciativa para agradar a la tropa que lo acompañaba.

Illa parece partidario de una sola patria, una sola bandera y una sola lengua, porque habló solo en catalán, aunque anunció que su principal objetivo era gobernar tan bien como sepa para todos los catalanes. Y para ello nada mejor que pisarse él mismo las gafas ya que parece hacerles tanta ilusión a los catalanes más catalanes. Quizá algunos de ustedes piensen que lo de la bandera es una humillación más, pero no es así. Piensen en cambio, que el talento negociador del honora-pla ha evitado que los golpistas catalanes nos impusieran como única señera la estelada.