El problema entre el PSC y el PSOE venía de lejos, de antes del Comité Federal en el que fue descabezado Pedro Sánchez, con perdón por la redundancia. Si el PSOE es el partido que más se parece a España, habría que concluir que el PSC es la formación que más se parece a Cataluña, pero esto no es cierto. El Partido de los Socialistas de Cataluña es lo que más se parece a la Cataluña nacionalista, nada más.
Recordarán que entre los 15 diputados inamistosos, siete eran los del PSC. O sea, lo que entre 1977 y 1982 constituía el Grupo de los Socialistas Catalanes en el Congreso. Los otros ocho fueron castigados sin postre, vale decir sin cargos en las comisiones, pero el caso de estos siete era distinto: obedecían a una resolución del Consell Nacional del PSC, máximo órgano entre Congresos del partido, que había optado por el No, en contra de la abstención que había propuesto el Comité Federal.
Los socialistas españoles reproducen a escala el problema político de España, Cataluña incluida. El Consell Nacional tiene derecho de veto sobre el Comité Federal, pero no al revés. Análogamente el Parlamento de Cataluña se cree con derecho a vetar las leyes aprobadas en el Congreso, sin que el Constitucional ni el Supremo puedan revocar sus decisiones.
Asimetría se llama esa figura (geométrica) porque al revés no pasa. El Comité Federal no tiene capacidad de veto sobre cualquier resolución del Partido de los Socialistas Catalanes, ni puede imponer una política de alianzas determinada. Siete son los magníficos diputados del PSC, una coincidencia en el número cabalístico con los siete avisados cachorros financieros de la familia Pujol Ferrusola. En rigor también se da la misma coincidencia con los siete infantes de Lara, pero esa es otra historia, que no es cosa de empezar faltando.
Una indisciplina ante un órgano de gobierno del partido debería haber sido sancionada con la expulsión de los siete del Grupo Socialista y su adscripción al Mixto. Es una medida radical, ya se sabe, pero a los socialistas les convendría una evaluación de daños. Las políticas del PSC han conducido al partido a un despeñadero electoral sólo comparable con el de UCD y el PCE en octubre de 1982. En ocho años han pasado de enviar 25 diputados a Madrid en marzo de 2008 a siete en junio de 2016. No hay quién dé menos.
El PSOE optará por la solución que resulte más barata, partiendo de la convicción de que no puede defender que Cataluña cabe en España si los afiliados del PSC no pueden participar en la elección del secretario general del PSOE. Aceptará a Teresa Cunillera en la Gestora y se dará por satisfecho si consigue que hagan un registro previo de votantes, eso que con tanta prosopopeya llaman la militancia. La Gestora no parece estar por la labor de copiar las votaciones a Podemos. Pero nada garantiza que el Comité Federal pueda controlar las alianzas de los Iceta con las Colau. A la igualdad de los españoles ante la Ley, catalanes incluidos, corresponde la igualdad de los socialistas, no sé si me explico. El federalismo asimétrico era esto.