Ignacio García De Vinuesa-Vozpópuli
- Un largo conflicto tendría efectos duraderos en la inflación, en niveles disparados ya, por el aumento de los precios de la energía
La decisión de Putin de atacar Ucrania esta madrugada no debería suponer sorpresa alguna por cuanto llevaba avisando con ello años, y no semanas como algunos apuntaban. Sus movimientos en Bielorrusia, donde mantiene un títere de presidente, y su toma de Crimea no tenían otro fin que poder rodear el país y facilitar una hipotética invasión, consumada con nocturnidad y alevosía hace pocas horas. Si algo hay que ponerle en el debe al presidente ruso es que no suele faltar a la verdad en lo que a violar la soberanía nacional de otros países se refiere, donde no ha dejado de cumplir sus amenazas desde que sucedió a Yeltsin allá por 1999.
Ahora se abre un panorama muy incierto en el que las consecuencias del ataque serán más o menos duraderas en función de lo que se alargue el conflicto. Por lo pronto ya se están notando en todos los mercados financieros los efectos de una acción que ocurre a las puertas de la Unión Europea y que no interesa a nadie que no sean Vladimir y sus aliados.
A corto plazo el efecto será el que estamos observando hoy; grosso modo, caídas en picado de los mercados de renta variable, incremento importante de los precios de las materias primas (petróleo, gas, cobre, etc) y aumento de los precios de los activos que suelen actuar de refugio en crisis de este tipo como el oro, la plata, el dólar, la deuda pública, etc. Una reacción normal ante un evento que nadie sabe cómo y cuándo terminará. De la duración de este dependerá la profundidad de la crisis de los mercados y su recuperación que, y esta es la buena noticia, siempre llega.
Si Putin se conforma con tomar las regiones que reclama en Ucrania y renuncia a tomar por completo el país, el conflicto durará apenas unos días y los efectos en las economías europeas y en los mercados financieros serán limitadas, siendo probable que la recuperación de los niveles previos al ataque se produzca en un corto periodo de tiempo. Si, por el contrario, esta situación se alarga entonces las consecuencias si que pueden ser importantes en el medio y largo plazo para las economías europeas.
Inflación disparada
Un largo conflicto tendría efectos duraderos en la inflación, en niveles disparados ya, por el aumento de los precios de la energía, que pondrían mucha más presión aún en los bancos centrales para restringir su política monetaria reduciendo estímulos y aumentando los tipos de interés, con el impacto negativo que esto tendría sobre la actividad económica. Y esa sería una mala noticia para unas economías europeas todavía tocadas por los efectos de la pandemia. Y lo que es malo para la economía es malo para los mercados, que ahondarían sus caídas y tardarían más en recuperarse.
En España, con un gobierno entregado a su marketing habitual tan alejado de la realidad, las cosas pueden ser bastante peores. Las previsiones de crecimiento que contempla el gobierno para este año, ya de por sí absurdamente infladas, pasarían directamente al terreno de la ciencia ficción. Un país como el nuestro, con ninguna independencia energética, con un mercado laboral en el que los salarios están indexados a una inflación desbocada y con la deuda pública disparada, sería con seguridad de las más perjudicadas de alargarse el conflicto.
No obstante, la historia nos demuestra que lo que parece un mundo apocalíptico no lo es tanto y las cosas vuelven a la normalidad con cierta rapidez. Y basten un par de ejemplos para poner todo esto en un contexto histórico que no tendría porqué no repetirse en esta ocasión: en los ataques terroristas del 11-S el S&P 500 cayó un 11,6% en 11 días y recuperó los niveles iniciales en 31 días. En la invasión de Kuwait por parte de Irak la caída fue del 16,9% en 71 días y la recuperación llegó pasados 189 días, siendo este el peor escenario para la bolsa americana desde la invasión coreana en 1950. No parece que este conflicto vaya a ser de la misma envergadura y por tanto podemos estar relativamente esperanzados con que las cosas volverán a la normalidad más pronto que tarde.
Mientras, asistamos con expectación y congoja, al irrelevante papel que juega la Unión Europea en el mapa geopolítico mundial y esperemos que este evento sirva para que los hombres que dirigen los designios europeos se dejen de correcciones políticas y trabajen por una Europa de verdad unida y única, en lo militar también.
Ignacio García de Vinuesa es asesor financiero