DAVID GISTAU – ABC – 16/03/16
· Cuando Rivera levanta una Constitución, la imagen recuerda la del Corán cuando lo sostienen en vilo los credos de un solo libro.
· Iglesias y Errejón no se aplauden. Un día Errejón comparecerá con un piolet en la cabeza.
En la maraña de las cosas que ni mueren ni nacen, tenemos un falso presidente, Schz, que lleva a extremos patológicos su simulación, y un parlamento que libra debates de fogueo que son como un calentamiento en la banda a la espera del fuego real de cuando se consuma una investidura. Para arrancar los plenos en la dimensión retórica, ayer lo mismo podría haberse discutido del sexo de los ángeles o de las ventajas de la WM en el fútbol arcaico.
Se eligió, para enojo de los partidos que habrían preferido un argumento social, un tema que lleva décadas alimentando la cólera del español sentado en los cafés: España, su discurrir histórico y su unidad. Como en el chiste: España, mito o realidad. Faltaba buena parte del gobierno y la vicepresidenta repartía caramelos a los escasos ministros presentes. Un ir a echar la tarde como en el Ateneo a la hora madrileña e ineludible de las conferencias noventayochistas.
Para hablar de España como en un concurso de colegiales –¿Qué es un país para ti?–, los partidos nacionales envían casi todos a oradores catalanes, como si así pretendieran evitar las suspicacias de los tanques entrando por la Diagonal. España parece un patrimonio intelectual del regionalismo. Contra la cohesión de raíz sentimental que pregona Dolors Montserrat (PP), para quien España es como el beso que el Mediterráneo y el Atlántico se dan en el Estrecho (o algo así: una unidad de destino en lo metafórico), Rivera (C’s) aludió, con más sustancia política, al proyecto civil de convivencia de los libres e iguales. Intentó trazar en la cámara espacios exclusivos de los partidos constitucionalistas que pueden entenderse como una osamenta de la Coalición. Cuando Rivera levanta, en la tribuna, durante la prédica, un ejemplar de la Constitución, la imagen recuerda la del Corán cuando lo sostienen en vilo los credos de un solo libro.
De entre los críticos, el más enérgico y brillante fue Aitor Esteban (PNV), evocador de la España de Rinconete y Cortadillo, que atribuyó el debate al ansia de ocultación de otros asuntos, así como de marcar al socialismo una frontera constitucional que afee sus posibles pactos con la izquierda pro-referéndum.
Esteban es un muy buen parlamentario que, por comparación, dejó en mal lugar la espesura dubitativa del raca-raca de Homs y, sobre todo, la extravagancia de Tardá, que en otro juego delirante de asociación de ideas llegó a igualar España, no ya con el franquismo y la Inquisición, sino incluso con ¡los campos de exterminio nazis! Los catalanes, en cambio, son Rosa Parks sentadita en su autobús así como una rousoniana tribu de bondadosos puros. Apuntes al margen. Iglesias y Errejón ni se hablan ni se aplauden. Cualquier día comparecerá Errejón con un piolet clavado en la cabeza.
Y la rueda de prensa de Rita Barberá ha colmado la paciencia de una generación popular a punto de estallar, harta ya de defender la desfachatez de sus mayores mientras se le va pudriendo la vocación. Esto último tendrá desarrollo.
DAVID GISTAU – ABC – 16/03/16