Bieito Rubido-El Debate
  • Ahora llaman «progresistas» a los retrógrados de extrema izquierda o «patriotas» a quienes no quieren compartir la patria con los demás. Forma parte de la perversión del lenguaje

Un conspicuo amigo, al que tengo por hombre muy inteligente y de acusada agudeza de análisis, además de compulsivo lector, me dijo ayer que Pedro Sánchez era un tipo audaz, que se atrevía a hacer cosas que otros no harían nunca. Como yo estaba presente y tengo el pulso de la conversación en su integridad, debo decir que esa afirmación no era en tono elogioso, sino todo lo contrario. La audacia puede llevarse una empresa, en este caso un país, por delante.

Ocurre con frecuencia que las palabras pierden su original significado. Forma parte de la perversión del lenguaje. Ahora llaman «progresistas» a los retrógrados de extrema izquierda o «patriotas» a quienes no quieren compartir la patria con los demás. Audaz es una palabra que no necesariamente es elogiosa. Hay momentos en que la audacia te puede llevar a despeñarte por un precipicio. Ocurre otro tanto con la expresión «osado». En un buen número de ocasiones el osado es un ignorante, ya que la osadía es uno de los combustibles de los indigentes morales.

El temerario, por su parte, es aquel que no tiene miedo, mientras que el aventurero puede llegar a rozar la locura al creer que su acción no tiene que ser limitada por nadie ni por nada.

El actual ocupante de la Moncloa, a quien en el mejor de los casos le quedan allí 28 meses, es una mezcla de osado aventurero carente de escrúpulos a quien no hay límite moral alguno que lo detenga. Carece de proyecto para España, se relaciona mal con la realidad y su audacia se sustenta en su incultura democrática. Solo así se explica que sea el primer presidente de la historia de España que toma medidas contra su propia nación. Las cesiones al independentismo catalán y vasco, el engorde artificial del problema territorial son acciones de muy difícil comprensión. Es una renuncia total al bien común, al interés general.

Ponga el lector a este texto el apellido que estime oportuno, seguro que acertará.