Juan Carlos Girauta-El Debate
  • De algún modo, fueron víctimas ellos mismos de una peripecia sorprendente que violaba lo que el destino les había reservado: controlar la puerta de un puticlub, u ocupaciones tan respetables como dar clases de gimnasia a niños (Ábalos) o cualquiera de las muchas aplicaciones de la electrónica industrial (Cerdán)

Primero pongámonos de acuerdo con la nomenclatura. Llamaremos ‘trama del Peugeot’ a la ristra de chorizos y chorizadas que cuelgan de cuatro tipos: los protagonistas de la famosa gira por las agrupaciones socialistas de la península a fin de reponer a Sánchez, capitán del vehículo, en la Secretaría General del PSOE. Llamaremos ‘banda de Sánchez’ a quienes han colaborado en la construcción de este régimen autoritario, trátese de partidos aliados del PSOE, chantajistas complacidos en sus exigencias, medios de comunicación con telarañas en la cabecera, terroristas disfrazados de Caperucita, fontaneras toscas o directivos del IBEX. Trama para los chorizos, banda para los golpistas a cámara lenta. Por aclararnos.

Sabemos de la ‘trama del Peugeot’ cómo la hibris hizo lo suyo. Y lo suyo, en gente así, como comprenderás, tiene delito. Nunca mejor dicho. El concepto, las caras y la naturaleza del Estado (la idea de Estado) no parecen haber anclado bien en esa etapa crítica en la que se forman las conexiones en el cerebro, proceso que tiene su apogeo en los periodos de escuela y mientras estudias la carrera. ¿Qué carrera? –se preguntarán, mirando la foto de los del Peugeot. No sé, la que sea. Afirmo que malinterpretaron muchas cosas.

De algún modo, fueron víctimas ellos mismos de una peripecia sorprendente que violaba lo que el destino les había reservado: controlar la puerta de un puticlub, u ocupaciones tan respetables como dar clases de gimnasia a niños (Ábalos) o cualquiera de las muchas aplicaciones de la electrónica industrial (Cerdán). Lo de Sánchez es más amplio: alguna tarea normal podría desempeñar con su título de Economía antes de que se descubrieran su desierto mental y el plagio de su tesis doctoral. Asimismo, los réditos de la prostitución masculina podrían haberle dotado de sosiego financiero. ¿Qué digo, «podrían»? ¡Le dotaron del sosiego financiero que tanto ayuda a conspirar con tiempo suficiente y desahogo. Sea en el primer piso de Lhardy, como antiguamente, sea en un Peugeot, entre conversaciones sobre el ser, como modernamente.

El caso es que burlan esos destinos, la conspiración macarra triunfa, la puerta acorazada se abre, y ellos hacen lo único que saben hacer: montar unas fiestas de escándalo con pilinguis sin cuento a cuenta del erario. El uno se crece y exhibe su concepto del poder desde la primera semana descabezando El País porque no le había gustado un editorial. Cacicada repugnante que no volveré a citar desde que sé que al depuesto director le repugna mi frentismo. Al grano: los dos secretarios de Organización sucesivos, más Koldo, empiezan a pagar la ignorancia sobre lo que es un Estado, y se vienen arriba. Saben que el gasto militar va a tener que aumentar de lo lindo y, con el aprendizaje de mordidas más ajustadas al tamaño de sus ávidas boquitas, creen que le van a hincar el diente al presupuesto de Defensa en el momento justo. No comprenden que para eso hay que comprarse primero Prisa, enjabonar a Sánchez y colarse en Indra.