Santiago González, EL MUNDO, 26/9/12
Artur Mas culminaba ayer la legislatura más corta del Parlament en la reciente historia de Cataluña. Quedarse a la mitad del camino no es abreviar un tiempo agónico, nada tiene que ver con ahorrarse el papel del pato cojo que suelen desempeñar losgobernantes en los últimos meses de su mandato, agotado ya el proyecto y cumplido en lo sustancial el programa con el que ganaron las elecciones. Lo que hizo ayer el president fue rubricar su fracaso, impostando una descubierta heroica, en plan Companys. Como no podemos sacar adelante el pacto fiscal, vayamos todos, y yo el primero, por la senda de la autodeterminación. Con el pecho ante las balas / ancho como las paredes, que escribió el poeta, lástima que fuera alicantino. Es también, en menor medida, el fracaso de su socio, el PP, que ha hecho lo que suelen hacer los partidos constitucionalistas cuando se alían con nacionalistas: inspirarse en el Azaña de 1932 y pretender que ellos han moderado las aspiraciones soberanistas de su socio, contribuyendo a que se sienta más a gusto dentro de la Constitución. Los socialistas vascos lo habían ensayado hace muchos años: atribuirse una moderación del PNV que fue circunstancial; los nacionalistas rompieron el pacto a los cuatro años, volvieron a él después de fracasar con otras alianzas, y lo terminaron definitivamente pactando con ETA en 1998 y tras el plan Ibarretxe en 2002. El PSC, ERC e ICV ya habían fracasado clamorosamente en los ocho años del tripartito, no es preciso que nos extendamos en detalles. Baste citar el Estatut que Zapatero salvó en dos ocasiones del naufragio. Aquellos polvos, ya se sabe. Llegados a este punto, sólo quedan siete parlamentarios catalanes sin responsabilidades pasadas sobre el lío actual de Cataluña: los independentistas de Laporta y los tres diputadosde Ciutadans. No hace falta decir que los cuatro primeros ya se han sumado al resto y están tirando del carro como bueyes. Como leones, diría con lenguaje más épico si fuera un periodista de compañía. Pero sería una muestra de lenguaje distraído. Los animales que tiran del carro son bueyes, mayormente. Es un autorretrato de la clase política catalana, que también lo será de la sociedad que la ha elegido si el 25 de noviembre vuelvea votar a esos mismos representantes. Es verdad que Mas no ha pronunciado la palabra «independencia». Sí la de «autodeterminación». «Auto-de-terminación» titularon un libro conjunto Juaristi, Unzuetay Aranzadi en gran calambur. O sea, el fin. ¿Por qué invocar un instrumento en vez del objetivo? Puro fetichismo. Perdonen la interferencia del asunto Middleton, pero ¿por qué el sujetador y no las tetas? En una economía en práctica situación de quiebra, es asombrosa la posibilidad de que un Gobierno vaya a emplear los próximos cuatro años en empedrar el camino hacia la autodeterminación. Para pagar el agua y la luz y las nóminas hasta el 25-N, les hacen falta los 5.000 millones del rescate. Como diría el gran Josep Pla, deslumbrado ante el esplendor de este nocturno de Barcelona a la luz del neón soberanista: «Y todo esto, ¿quién lo paga?».
Santiago González, EL MUNDO, 26/9/12