Juan Carlos Girauta-ABC
- Sánchez va a acabar con la independencia judicial porque es un autócrata y porque no tolera equilibrios ni controles
Si se rompe el equilibrio de poderes, adiós, democracia. Creían que lo de la falta de límites de Sánchez era una forma de hablar, una exageración. Una hipérbole, tropo que los mamporreros bienquedas han dado en ofrenda a los progres. Pero reprochar a la oposición que abuse de la hipérbole es un halago, habida cuenta de las flores que lanzó ayer al PP el presidente del gobierno del auto golpe. En la sesión de control al Ejecutivo -que de hecho es control a la oposición- lo acusó de partido antisistema ¡y de incumplir la Constitución! ¡Él, que va a convertir la Justicia en una colección de marionetas! Estamos ante una proyección freudiana de libro, reforzada cuando personalizó en el jefe de la oposición: «El señor Casado debe dejar de arrastrar a su partido a la estrategia de crispación de la ultraderecha. Antes de que sea tarde».
Lo último es directamente una amenaza, y lo anterior se acerca al autorretrato. Desentona apenas media palabra: «derecha». El prefijo vale. Sánchez es quien arrastra a su partido -que está encantado- a una estrategia de crispación propia del extremismo antisistema. Deberían resultarnos familiares los mecanismos desplegados por este buscavidas, este superviviente sin escrúpulos: solapar una arbitrariedad con otra, un abuso con otro; no preocuparse si incurre en flagrante contradicción con las propias palabras o promesas; escoger siempre, ante una disyuntiva, lo más hiriente para media España; subrayar lo anterior, lejos de disimularlo, de modo que el antagonismo no deje de crecer; ser transparente en sus premios y castigos y opaco en todo lo demás; no dejar pasar una semana sin desmantelar alguna parte del edificio constitucional y convivencial español; mantener una crispación sostenida: cuando una provocación se agota, lanzar otra de inmediato y atribuir, según se dijo, todo este recetario de la destrucción a la oposición.
Puede resultar contraintuitivo que un gobierno se afiance a base de romper puentes, volar consensos y dinamitar el edificio constitucional. El mundo está lleno de verdades contraintuitivas, y esta es una de ellas. No hay una teoría detrás. En este gobierno solo teorizan los neocomunistas, y de forma barata. Aunque los pobres se lo tengan muy creído, esos neo o post marxistas no están ahí para aportar nada que no sea miedo. Son el perro que Sánchez azuza disimuladamente mientras hace vistosos ademanes de sujetar la correa frente a la banca y la patronal.
Sánchez va a acabar con la independencia judicial y con la división de poderes porque quiere él, porque es un autócrata y porque no tolera equilibrios ni controles. ¿Quién manda en la Fiscalía? Pues eso. ¿Quién manda, sin más? Pues eso. Y así, mientras engorda su insaciable arrogancia de parvenu resentido, contenta a ese frente de enemigos de la libertad y de España, valga la redundancia, que son sus socios de moción de censura, de investidura, de legislatura y de golpe.