Editorial, EL CORREO, 26/10/11
La Euskadi plural precisa despejar primero qué mayorías gobernarán sus instituciones
El aniversario de la aprobación en referéndum del Estatuto de Gernika hace 32 años ofreció ayer la oportunidad para que las distintas opciones políticas valoraran la autonomía y sus perspectivas de futuro. El lehendakari López se mostró coherente con su propósito de realzar «el punto de encuentro de la inmensa mayoría de la ciudadanía», entendiendo que la sociedad vasca se reconoce mayoritariamente en el bienestar y la prosperidad que han representado estas tres décadas de autogobierno. Pero la concepción de «Euskadi como pacto político», acertadamente formulada por el lehendakari, precisa la renovación constante de una mínima sintonía entre las principales formaciones que evite trasladar hacia el interior y hacia el exterior la desconcertante imagen de que el País Vasco está inmerso en una transitoriedad permanente. Para ello el autogobierno y su devenir no deberían ser objeto de una dialéctica fallida entre quienes propugnan el desbordamiento de la vía estatutaria y quienes tienden a defenderla soslayando el debate. El PNV de Urkullu aprovechó el aniversario del Estatuto nada menos que para señalar el año 2015 como el momento en el que procederá, por segunda vez tras el ‘plan Ibarretxe’, a tramitar el proyecto de un nuevo status político para Euskadi. Las palabras pronunciadas por el presidente del EBB delante del árbol de Gernika relacionaron tal intención con el próximo regreso de la izquierda abertzale al Parlamento vasco. Pero la Euskadi plural a la que se refirió el líder jeltzale requiere despejar antes el interrogante de la mayoría que asegurará la gobernación de sus instituciones -y por tanto la administración del interés común de los ciudadanos- que la pregunta sobre el engarce futuro de nuestro autogobierno respecto al Estado constitucional. En este sentido, el PNV debería clarificar si su opción es o no la de supeditar la gobernabilidad de Euskadi a las complicidades que pueda entretejer en pos de un salto soberanista. Aunque si algún cambio reclama lo manifestado ayer, es que la izquierda abertzale deje de vincular el cese definitivo de la actividad armada de ETA con «el reconocimiento nacional de Euskal Herria y su derecho a decidir», que sus dirigentes se obstinan en presentar como efecto subsiguiente dentro de un guión emponzoñado por tan reciente pasado de terror y persecución.
Editorial, EL CORREO, 26/10/11