RAMÓN PÉREZ-MAURA-El Debate
  • Las convenciones tienen dos momentos relevantes. El primero es el anuncio de quién será candidato a la Vicepresidencia de la nación. Y el segundo es el discurso en el que el candidato acepta la nominación. Obviamente las sorpresas sólo pueden llegar en el primero

No ha sido una mala convención republicana para Donald Trump. Realmente era difícil que le saliera mejor para sus intereses. Pero creo que Trump nos está enviando señales muy preocupantes a todos los europeos.

Llegó a la convención con el intento de asesinato al que sobrevivió por milímetros. Y que generó otro de esos momentos indescriptibles por parte de Biden. Salió a condenar sin matices el crimen –cuando todavía nuestros medios de comunicación hablaban de «supuesto atentado» como bien ha glosado en estas páginas Alfonso Ussía– a decir que actos así no caben en la democracia americana y ¡a felicitar al Servicio Secreto! Hombre, el día en que pegan un tiro al candidato opositor no parece el mejor para felicitar a un cuerpo de agentes de seguridad que claramente ha fallado.

Una de las cosas que Trump está haciendo especialmente bien es no cargar contra Biden en asuntos personales. Es decir: en todo el debate en el que se desmoronó la imagen del presidente porque al fin se demostró de forma incontestable que tiene problemas de senilidad, Trump se cuidó muy mucho de hacer ninguna referencia hiriente a las que él es tan aficionado. Como tampoco ha criticado que en sus comparecencias públicas Biden siga perdiendo el hilo constantemente y resuelva todo con un «anyway» («en fin»).

Las convenciones tienen dos momentos relevantes. El primero es el anuncio de quién será candidato a la Vicepresidencia de la nación. Y el segundo es el discurso en el que el candidato acepta la nominación. Obviamente las sorpresas sólo pueden llegar en el primero. Y esta vez la nominación de JD Vance ha traído un candidato sorprendente en muchos aspectos. El primero es el de su inexperiencia. Cuando Donald Trump escogió hace ocho años a Mike Pence optó por un hombre con peso en estados clave de la carrera en los que se puede decidir de qué lado se inclina la balanza. Y con influencia en el Congreso, donde había sido doce años miembros de la Cámara de Representantes y posteriormente fue gobernador de Indiana.

J.D. Vance sólo tiene como experiencia política año y medio como senador por Ohio. Poco voto en estados indecisos puede aportar. Tampoco pertenece a ninguna minoría de las que se considera tan importantes como la de los hispanos, por ejemplo. Y, sin embargo, ha sido elegido por Trump porque probablemente se siente tan seguro ante la debilidad de Biden que cree que la elección la gana él solo sin ayuda de nadie.

El contraste entre las campañas republicana y demócrata en estos días es demoledor. El Partido Republicano está unido y deseando nominar a su candidato, lo que ya habrá ocurrido cuando usted lea estas líneas. En cambio, el Partido Demócrata está intentando retrasar la puesta en marcha de la votación para conseguir convencer al presidente Biden de que no puede continuar, de que está capacitado para seguir ejerciendo la Presidencia.

El perfil de JD Vance tiene elementos políticamente interesantes, como su defensa de la vida sin tapujos y su oposición al aborto. Eso me gusta. Pero tiene otros elementos que cuando menos deben preocupar mucho a los europeos. Para mí el más señalado es el de que su oposición a apoyar a Ucrania contra Rusia es mayor y de más larga data que la de Donald Trump. Y posiciones políticas así tienen para mí mucho peso. Sí, claro que creo que Europa debería ser autónoma militarmente y no lo somos. Y claro que sé que Trump ya dio señales inequívocas en su primer mandato de que no pensaba seguir pagando la defensa que Europa no quiere pagarse. Pero también sé que si ahora Putin no es expulsado de Ucrania habremos vuelto a enviar a un dictador la señal de que las democracias son más débiles que los totalitarismos. Y eso no parece verse igual desde este lado del Atlántico que desde el otro.