ABC 31/10/16
Viajar al territorio de Siria e Irak controlado por Daesh es delito en España. Lo dice el Código Penal, que establece penas de prisión de dos a cinco años para esos individuos, a los que se sobreentiende una voluntad de capacitación militar orientada a matar y llevar a cabo atentados. En sus países de origen o en otros.
Seguimiento y vigilancia de «retornados» Saber el nombre de quienes han viajado a Siria o Irak permite auscultar a fondo sus entornos de radicalización, sus relaciones. Y controlar si regresan Las pistas más valiosas La Guardia Civil lleva 33 de las 45 investigaciones sobre yihadismo abiertas a partir de pistas «ciudadanas», lo que sitúa la mayoría de sospechas en zonas rurales
La colaboración ciudadana ha ayudado al Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (Citco) a identificar a doce de esos posibles «foreign fighters» –«combatientes extranjeros» al servicio del pretendido califato de Abu Bakr al Baghdadi– salidos desde España, del mismo modo que ha aportado las pistas originales que han permitido emprender hasta 45 operaciones contra el terrorismo yihadista, hoy todas activas y, por tanto, secretas. Nueve están en manos de Policía Nacional, 33 en las de la Guardia Civil –lo que significa que se localizan fuera de las ciudades– y 9 son conjuntas.
Son los grandes resultados del programa «Stop Radicalismos», abierto desde diciembre de 2015 a la comunicación de incidencias de forma anónima o no, que en menos de un año ha registrado en conjunto 2.550 comunicaciones, de las que alrededor de 935 se han calificado «de interés». Del acierto de las sospechas y de las inquietudes que traslada la gente de la calle a este organismo da cuenta que 33 de ellas coincidieron de lleno con investigaciones que ya estaban en curso.
Vecinos «desaparecidos»
La identificación de esas doce personas que han podido partir rumbo a la yihad tiene un inmenso valor en términos de seguridad. Su localización ha hecho posible auscultar a fondo cuáles fueron sus entornos de radicalización, sus relaciones, sus contactos y lo que es muy importante: conocer en tiempo real si regresan.
El terrorista belga Najim Laachraoui, que preparó los explosivos de los ataques de París de noviembre de 2015 y se suicidó matando en el aeropuerto de Bruselas seis meses después, era uno de esos combatientes «retornados». Los esfuerzos de los Cuerpos de Seguridad españoles, y de los de toda Europa, se extreman para anticiparse a esos viajes de vuelta, que hacen saltar todas las alarmas de seguridad.
Las identidades que ha conseguido definir el Citco se han configurado a partir de los datos facilitados por ciudadanos, anónimos o no, a través de alguno de los cuatro canales de «Stop Radicalismos» –el formulario en su web, el teléfono 900 822 066, el mail stop-radicalismo@interior.es y la aplicación «Alertcops»– sin que sea posible precisar más. El centro rehúsa dar detalles sobre las coordenadas de estos presuntos «foreign fighters», como si son españoles de origen o no, en qué ciudad vivían, la fecha de su marcha, su ruta…
Sobre el contenido de las pistas que condujeron a asociar sus nombres a Daesh, el comentario de uno de los expertos del Citco apunta a que ha habido avisos de ciudadanos que alertan de la «desaparición» de algún vecino, cuyo perfil resulta sospechoso.
El mismo experto admite que se desconoce si estas doce personas que se trasladaron a Irak o Siria «están vivas o muertas». Y es que un reciente informe, –«Estado Islámico en España», de los profesores Fernando Reinares y Carola García-Calvo del Real Instituto Elcano–, estimaba que, a fecha del pasado mayo, 29 desplazados desde España a los territorios del califato habían perdido la vida, 7 u 8 en atentados suicidas y el resto en choques armados o bombardeos. Otros 129 permanecían allí en esas fechas y 20 habían regresado a España, Marruecos o terceros países, de los que solo estarían en libertad entre cinco y siete de ellos.
Implicación hasta el final
De la gestión de los mensajes que se reciben en «Stop Radicalismos» se encarga dentro del CITCO el Centro de Coordinación de Información Sobre Radicalización, en funcionamiento las 24 horas del día.
Su personal analiza la información –matrículas, teléfonos, nombres… se cotejan con la base SCI-Sicoa donde está todo lo que maneja Policía y Guardia Civil– para repartirla después en función de un «criterio territorial»: según donde se localizan los hechos o la persona que da la alarma sobre ellos. Y es que fuentes del CITCO señalan que no es extraño que la fuente que delata una determinada incidencia siga en contacto luego, muchas veces prestándose a interactuar, aportando a la investigación los datos que está escuchando o viendo y, en numerosas ocasiones, con el deseo de conocer cuál es su resultado definitivo de la operación.