- Sánchez no se esperaba una cosa así, sino una Ione Belarra asustando a los votantes de izquierdas como si estuviera en Halloween
La oportunidad de Yolanda Díaz es resucitar Izquierda Unida pero con otro nombre, asumida la experiencia populista de Podemos. Un proyecto como el de Pablo Iglesias no podía triunfar con ese líder ni con el panorama político español. Sin embargo, siempre triunfa un partido de la “izquierda verdadera” cuando gobierna el “progresismo” mayoritario. Para tal negocio no hace falta más que sacar un programa con las incoherencias programáticas y morales del PSOE, su cercanía al “gran capital” y sus acuerdos con la derecha.
El “sí se puede” que se coreó en el congreso de CCOO cuando apareció Yolanda Díaz este fin de semana, es toda una declaración. Se puede ir contra la realidad, la democracia, la conciliación y la economía por una sencilla razón: la voluntad de la vanguardia consciente del proletariado está por encima de todo.
Este uso y abuso de la voluntad como excusa para el dictador arropado en una falsa democracia se sufre en Europa desde Rousseau. Está muy visto. Solo es novedoso para el adanismo podemita. La idea de que un simple voto atribuye a un político la soberanía absoluta y constituyente para dictar las normas que más convienen a la sociedad, siempre por su bien aunque no quiera, superando “todas las resistencias”, como dijo Yolanda Díaz, está en el alma del totalitarismo.
Cuando la contrarreforma laboral de Yolanda Díaz fracase y cree más desempleo, especialmente con la crisis que se avecina para 2022 que ya ha vaticinado el Banco de España, ella no se hará responsable. Dirá que ha sido un boicot de la derecha, del empresariado, del patriarcado, del PSOE y el PP, de la Unión Europa que ya ha advertido de que no se haga, de la sociedad que es tonta, o del mal tiempo. Un comunista nunca asume la responsabilidad de sus actos.
La conquista de Podemos por parte del PCE de Díaz y Santiago, imparables ante la chiquillada que Iglesias ha dejado al mando, convertirá a Sánchez en el centro-izquierda con acento alemán
Lo gracioso de todo esto es que Yolanda Díaz, en su ansia de protagonismo para resucitar al cadáver de Podemos, puede crear la apariencia de que el PSOE de Sánchez es una opción sensata. Los desvaríos y formas comunistas es lo que tienen. Siempre ha sido así. La actuación del PCE en los años treinta, o del propio Largo Caballero, convirtieron a Julián Besteiro, el golpista de 1917, en un moderado, en el mal menor para la derecha. Así, la conquista de Podemos por parte del PCE de Díaz y Santiago, imparables ante la chiquillada que Iglesias ha dejado al mando, convertirá a Sánchez en el centro-izquierda con acento alemán.
Lo único que puede hacer ahora el sanchismo es aprovechar la situación. Sánchez dijo en el congreso de Valencia que recuperaba la socialdemocracia. La declaración estuvo motivada porque el PSOE sangra por su derecha hacia el PP y Ciudadanos, con votantes socialistas que se pasan al moderantismo de Casado o al liberalismo social de Arrimadas porque desprecian el comunismo podemita.
Ante el despilfarro de la ministra podemita, el sanchismo presenta las condiciones de la Unión Europa. Nunca pusieron más fácil al PSOE la posibilidad de recuperar el centro-izquierda
Si Yolanda Díaz quiere cabalgar las contradicciones de Iglesias una vez más, ahora con la silla de montar de Julio Anguita, mejor para el PSOE de Sánchez. Frente a sus diatribas contra la propiedad y la monarquía, el constitucionalismo. Si Díaz quiere dictar normas, el PSOE es el maestro del consenso. Ante el despilfarro de la ministra podemita, el sanchismo presenta las condiciones de la Unión Europa. Nunca pusieron más fácil al PSOE la posibilidad de recuperar el centro-izquierda.
Desde la primavera de 2021, con la salida de Pablo Iglesias, el podemismo es un lastre para el proyecto de Izquierda Unida; es decir, para el PCE. Alberto Garzón y Enrique Santiago dieron por concluido el matrimonio de conveniencia con Iglesias e Irene Montero. El autobús se había quedado sin gasolina y era necesario encontrar otro transporte. Crearon entonces a Yolanda Díaz, y empezaron a salir sorprendentes encuestas que la daban como la ministra mejor valorada, la más simpática, incluso preferida como presidenta del Gobierno por un 16,1% del electorado del PSOE según el CIS.
El PCE toma el mando
Los comunistas han visto tan muerto a Podemos que han propiciado el abandono de Alberto Rodríguez a despecho de Ione Belarra, que no manda nada. Fue Garzón quien salió a decir que Podemos se desmarcaba de la querella del ex diputado pateador, quien a continuación se largó. Tampoco Yolanda Díaz se ha sumado a la petición podemita de que Batet dimita tras retirarle el escaño a Rodríguez. Ha sido el comunista Enrique Santiago el que ha colocado a sus afines en el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo. El PCE toma el mando en una coalición, la de Unidas Podemos, que es un circo. Tan es así que quien respaldó a Yolanda Díaz en el anuncio del “frente amplio” fue Pablo Iglesias, que está deseando la muerte de Podemos para volver a la política con otra etiqueta.
Que nadie se alarme. Izquierda Unida, a pesar del ruido, solo fue el bastón del PSOE en ayuntamientos y comunidades autónomas, como lo fue el PCE respecto a los socialistas entre 1979 y 1986. También Julio Anguita era el político más valorado, el más simpático, el que tenía la fama de más honrado e intelectual. Obtuvo entonces el 10,54% de los votos y 21 escaños; es decir, más o menos lo que vaticinan hoy las encuestas para un “frente amplio” liderado por Yolanda Díaz.
La construcción de la “lideresa” del nuevo Podemos, o Izquierda Unida con aprendizaje populista, ha sido tan descarada que podría valer para un trabajo académico. Sánchez no se esperaba una cosa así, sino una Ione Belarra asustando a los votantes de izquierdas como si estuviera en Halloween. Pero es el PCE, el partido por antonomasia, el arquitecto de las grandes estrategias organizativas, el de las purgas bendecidas por los purgados, el de la propaganda por el dicho y el hecho, el de los aliados del alma que se convierten en enemigos mortales. En fin. Mucha tela para tan poco sastre.