Juan Carlos Girauta-ABC
- El término ultraderecha se usó con el PP y con Ciudadanos, y hoy designa a los que quieren reformar la Constitución desde la Constitución
‘Manca finezza’. Por eso un partido que tiene que negociar con otro lo primero que hace es ciscarse en él y tirar de la cadena. No es precisamente la danza del palomo, y desde luego dista de las maneras propias de la izquierda, aquel abrazo de Sánchez con Pablemos horas después de celebrarse las generales y con el Rey fuera de España.
El partido maldito, por su parte, se limitó a insinuar su entrada en un gobierno. Que se le estaba poniendo cara de vicepresidente, le dijo el líder al candidato regional. Ya ves. ¿Ya ves? ¡Intolerable ofensa! A ver si se han creído que son de tan buena condición como Ciudadanos, que obtuvo vicepresidencia y varias consejerías con menos porcentaje y menos escaños en CyL que la insufrible ‘ultraderecha’. Les supongo sabedores de que el término ultraderecha se usó con el PP y con Ciudadanos, y que hoy designa a los que quieren reformar la Constitución desde la Constitución, reservándose la calificación de ‘partido de Estado’, ‘partido central’ o ‘partido moderado’ al de la inclusión de ETA en la gobernabilidad de España, al que premia golpes de Estado, al que sentó en el Consejo de Ministros al activismo antisistema auspiciado por Caracas y Teherán.
A mí me deja flojo la terminología, qué quieren que les diga. Quizá porque vengo de Vietnam, capital Barcelona, y tengo algunas cosas superadas, como que te llamen fascista a todas horas por defender la Constitución y el cumplimiento de las sentencias judiciales. Allá arriba, en el manicomio, lo moderado es abrazarse al asesino de Bultó, posar con él, muy sonrientes. En ese lugar inhabitable he visto de todo. ¿Recuerdan ‘El cazador’? Christopher Walken con un pañuelo rojo en la frente jugando a la ruleta rusa. Cuánta gente buena pueden echar a perder los entornos enloquecidos.
Los literalistas se habrán bajado de esta columna. Bueno. Sigo. Ser tildado de fascista, o de ultraderechista, nos afecta a los que hemos pasado por el infierno lo mismo que el aleteo de una mariposa. No de las que provocan tornados en Brasil sino de las otras, las que pasan como si no hubieran existido. Ahora bien, el efecto de ser acusado de facha por Adriana Lastra es devastador en personas leídas, aseadas, entrañables, pero sin experiencia de combate dialéctico a cara de perro. Ni del otro, cuando tienes que ir rodeado de escoltas policiales por discrepar. Son impresionables y la hostilidad ambiente les da mucho apuro. Repudian eso de la guerra cultural porque contiene la palabra guerra. Ojo pues con las guerras de almohadas.
Pero siento deciros que tanta ignominia como ha desplegado el sanchismo, tanto peligro como afronta nuestra democracia, también es por vosotros, los que seguís otorgando mayor autoridad a lo que diga ‘El País’ que a los dictados del sentido común. Los que supeditáis la verdad a la anormal normalidad. Los que repartís autoridad intelectual según el quién y no el qué.