Alberto Ayala-El Correo
Pedro Sánchez ya está en camino de tener lo que quería: un veterano de mil batallas -y pocas o ninguna victoria- al frente del fracasado socialismo madrileño. El ministro Óscar López se presentó ayer como el candidato del sanchismo -y único- a relevar al dimitido Juan Lobato al frente del PSOE madrileño.
Madrileño, aunque buena parte de su carrera haya discurrido en Castilla y León, excolaborador de Alfredo Pérez Rubalcaba, exadversario de Sánchez y en los últimos tiempos jefe de gabinete del actual presidente, López es lo que buscaba el líder del PSOE para confrontar con Ayuso. Nada de la moderación de Lobato que, para más inri osó irse a un notario a registrar sus conversaciones con Moncloa por temor a que le tendieran una celada con el asunto de las presuntas filtraciones de la Fiscalía General del Estado. Un político bregado, decidido a confrontar con dureza día tras día con la presidenta madrileña. Y, sobre todo, con su ‘cerebro gris’, Miguel Ángel Rodríguez. Pero tendrá que ser a través de los medios y/o por personas interpuestas. Y es que el ministro no forma parte de la Asamblea de Madrid. Así que los únicos ‘cara a cara’ que podrá tener serán en el Senado y con Alfonso Serrano, ‘número dos’ de la presidenta, y la lengua más viperina tras la de ella.
Además de las denuncias de corrupción que pesan contra relevantes nombres del socialismo -las últimas revelaciones de Víctor de Aldama apenas aportan nada nuevo- y del desgaste que han supuesto para el PSOE -lejos de Euskadi y Cataluña- los pagos en especie al independentismo a cambio de su apoyo, el PSOE tiene un notable problema territorial. Un total de 176 de los 350 diputados del Congreso se eligen en cuatro autonomías. De ellas, el PP controla tres (Andalucía, 61; Madrid, 36; y Comunidad Valenciana, 32) y los socialistas sólo una (Cataluña, 47).
Con la izquierda radical (Sumar y Podemos) en horas más que bajas, los socialistas deben mejorar sus guarismos en esas y otras comunidades. En Valencia el desastre Mazón es probable que le cueste muchos votos a Feijóo. Pero los populares siguen fuertes en la Andalucía de Moreno Bonilla -y el PSOE débil con un Juan Espadas en la rampa de salida- y en Madrid, con Ayuso. Precisamente los dos aspirantes al trono de Génova si Feijóo repite fracaso.
Lobato ya es pasado en el Madrid ultraliberal de Ayuso. ¿López es el ‘mirlo blanco’? Lo dudo. El PSOE sólo ha ganado tres de las trece convocatorias electorales celebradas en la comunidad. Las dos primeras con Leguina, hoy cercano a los conservadores. Y la última, en 2019, con un moderadísimo Ángel Gabilondo. Elevar la confrontación dialéctica es dudoso que reporte votos a un PSOE, que hoy es tercera fuerza por detrás de Más Madrid. Los socialistas sólo podrían aspirar a ganar si llevan a las urnas los damnificados de Ayuso y su guerra a lo público. Y eso requiere de un programa serio y creíble.
Ya sabemos que Sánchez va a resistir. Y que va a intentar hacer. Y es que si no logra mimar desde el boletín a sus potenciales votantes, será su final.
Mientras, algunos movimientos judiciales llaman la atención: seis de los candidatos a presidir la Audiencia Nacional fueron cargos del PP o los aupó ese partido. Ninguna tontería.