Juan Van-Halen-El Debate
  • Y Jordi Évole, no con fama de neutral, dedica un programa a las residencias madrileñas. Cuenta con Fernando Simón, inolvidable personaje que nos explicaba la evolución de la pandemia. Ahora ataca las medidas de Ayuso, adivinemos con qué intención y por mandato de quién

Isabel Díaz Ayuso es la misma piedra en la que una y otra vez tropieza Sánchez en su camino de hacer el ridículo. Como uno no es mala gente, en su día me permití aconsejarle que retirase a la presidenta madrileña de su punto de mira. Por su bien. Ayuso cuenta en su victimario con muchos nombres, y entre ellos Pablo Iglesias. Su último tiro en el pie fue su fracaso en Madrid. Ahora Sánchez ha condenado al ostracismo y al ridículo a Óscar López, de fracaso en fracaso hasta que se inmole en las próximas elecciones madrileñas. Un narcisismo acaso patológico aleja al presidente de la realidad, y López pasará del ministerio al fracaso en Madrid, como Gabilondo, pero ya está ocupado el cómodo destino de Defensor del Pueblo. Veremos qué hará con López, si le da tiempo.

Ayuso es el enemigo –no el adversario– a batir, la preocupación de Sánchez que ya da pruebas, incluso en su rostro, de abatimiento. Pese a sus risas forzadas. Colocó a Illa en la Generalidad a cambio de plegarse a los intereses independentistas, pero su objetivo es Madrid. Illa tiene el techo de cristal. Deberá dar muchas explicaciones sobre el negocio de las mascarillas en Cataluña, como tendrá que darlas Torres sobre Canarias y Armengol en Baleares. El reflejo judicial de las mascarillas traerá cola.

También Sánchez tropieza insistentemente en el asunto de las residencias de ancianos en Madrid. Ya van 61 denuncias archivadas, y no desiste. ¿Cuántas quiere? Si hubiese una favorable ¿olvidaría las anteriores? Claro que sí. Nadie recuerda ya aquel anuncio de Iglesias: «De las residencias me encargo yo». Pero es poco dado al trabajo y no dijo ni pío cuando otros trabajaron por él. Era más cómodo. Igual que Sánchez cuando se inventó la cogobernanza para que las Comunidades hicieran el trabajo y él se dedicaba a darnos la matraca con su «Aló presidente».

Castilla y León, Aragón, Navarra, Extremadura, Castilla-La Mancha y Cataluña tuvieron más muertes en residencias que Madrid en proporción a la población. Cataluña y Madrid dieron datos muy parecidos, pero Cataluña es intocable. La mayoría de esas Comunidades estaban entonces gobernadas por socialistas, y el objetivo era Madrid porque la regía Ayuso. La misma piedra. El documentado estudio del experto Jorge Alonso y su hijo analiza las cifras de Illa, ministro de Sanidad, y las reales. Deduce que el Gobierno había mentido.

Más campaña. El delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, reitera sus ataques a Ayuso, conducta diferente a la de sus antecesores socialistas; obedece órdenes. El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz declara en el Senado que revisa una a una las muertes en residencias de Madrid. ¿Y las de los demás? Otro que actúa por orden del jefe; también tiene el techo de cristal: dice que no dimite por «no hacer una concesión a los delincuentes», pero el presunto delincuente, investigado por el Supremo, es él. Y Jordi Évole, no con fama de neutral, dedica un programa a las residencias madrileñas. Cuenta con Fernando Simón, inolvidable personaje que nos explicaba la evolución de la pandemia. Ahora ataca las medidas de Ayuso, adivinemos con qué intención y por mandato de quién. En 2020, en plena crisis, el Consejo General de Colegios de Médicos de España solicitó, sin éxito, su cese inmediato.

El padre y el hermano de Ayuso y luego su novio, que entonces no lo era, sufrieron o sufren la campaña. En el batallón anti-Ayuso se incluyó la portavoz del Gobierno que en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros -que utiliza de forma partidista- llamó a Miguel Ángel Rodríguez «indecente». Y más: «Se ha convertido en sinónimo de mentira, de fake y de indecencia». Y pidió su dimisión. Que una ministra socialista hable de mentira y de indecencia es de amnesia notoria. Aquí no dimite nadie, ni siquiera el fiscal general que arrasa a un alto órgano hasta ahora digno, y resulta que debería dimitir Miguel Ángel Rodríguez por un error del que pidió disculpas, en un sanchismo que no ha aprendido a disculparse.

Ayuso contestó a la última campaña sobre las muertes en residencias, pero sus atacantes, desde López a Alegría, no mencionaron su respuesta. Dijo: «está trufada de intenciones políticas» y «falta totalmente a la verdad». Y me pregunto: contestar ¿para qué? Sánchez seguirá tropezando en la misma piedra.