- Agárrense que vienen purgas. Ayuso prepara cambios. No caben los trepas, los tibios ni los pelotas en el PP madrileño que emergerá del congreso del día 20. «Gente ganadora», diría Feijóo
Le dobló el pulso hace un año a Pedro Sánchez en unos comicios históricos. El derrotado, aún no se ha recompuesto, lleva el 4-M clavado en el tercer espacio intercostal y con ansias de venganza como un volcán de ira. «Su único enemigo es Ayuso. Los demás, Casado antaño, ahora Feijóo, este Abascal, el plasta de Iglesias, son rivales, competencia, molestos personajillos, lo propio del juego político. A quien odia es a Ayuso». Decía esto un socialista madrileño en el festejo del 2 de mayo que Félix Bolaños, allí presente, intentó dinamitar con su particular guerra de los espías. Bolaños puede derribar a Sánchez, que terminará haciéndolo, pero le resultará más complicado tumbar a la presidenta madrileña.
La llegada de Alberto Núñez Feijóo a la última planta de Génova, junto a los tediosos e infundados rumores sobre su hermano el comisionista, ha atenuado el protagonismo de la presidenta. «Evita, como dos extremos viciosos, la falta de moderación, tanto para buscarla como para rehuirla», aconsejaba Aristóteles en su Ética a Nicómaco. Vehemente y visceral, tiene Ayuso, sin embargo, un afilado instinto para medir sus tiempos y controlar sus pasos. Jamás lo entendió Teodoro García Egea y así le ha ido, arrinconado en el altillo del Hemiciclo, silencioso y doliente en su escaño, como un perrillo abandonado.
Ambos se necesitan y no están para juegos. Una y otro tienen citas electorales decisivas a la vuelta de unos meses. Las trifulcas intramuros se penalizan, de modo que a sonreír
La baronesa madrileña tiene dos cometidos importantes para estas fechas: Consolidar su relación con la nueva Génova y asumir el sillón de mandamás regional de su partido. Un mayo intenso, decisivo para su destino político. El trato con Feijóo es fácil. Quizás no se amen. Posiblemente no se adoren. Aciertan quienes piensan que en el fondo hay algo que les distancia. Con el gallego nunca se sabe. El caso es que el mensaje de que son ‘un tandem’, ‘una cooperativa’, como ambos predican, funciona como un pas à deux de Fred Astaire y Ginger Rogers. Afinado y ajustado. Esas caricias en el copetín de la Comunidad, esos posados abrazaditos los dos, esas miradas de complicidad impostada envían un mensaje inequívoco a quienes ya buscan las cosquillas a una relación tan incipiente como obligada. Ambos se necesitan y no están para juegos. Una y otro tienen citas electorales decisivas a la vuelta de unos meses. Las trifulcas intramuros se penalizan, de modo que a sonreír.
Antes de que lleguen sus comicios, deberá Ayuso solventar un par de trámites en su agenda. El primero, soldar con Almeida una relación que rozó la fractura en tiempos de Casado. La foto de San Isidro, en apenas unos días, será el testimonio gráfico del reencuentro. Un trámite fútil e imprescindible. También se necesitan. Luego, el congreso regional, que llega el día 20 con anuncio de cambios, relevos, fichajes y algunas cabezas al cesto de los papeles. Se anuncia una purga en toda regla. Lo bueno de la presidenta en estas situaciones es que no pestañea. Le han sacudido tanto, le han apuñalado tantas veces, le han navajeado con tanto empeño que no tiene dudas de cómo ha de ser su conducta y su respuesta.
«Quiero un partido callejero y pandillero», dijo la presidenta, en una expresión que hizo torcer más de un gesto, por inconveniente y hasta inapropiada
Dos versiones diferentes, casi antagónicas, ha ofrecido en estas últimas horas de fulgor madrileñista. La primera en Majadahonda, al presentar su programa congresual. Allí le dijo a los suyos que «os quiero en los medios, en las redes, en las calles, con la gente, no quiero un club de amigos, quiero un partido callejero y pandillero», expresión, esta última, que fue muy mal recibida por los espíritus más sensibles, o sea Tania Sánchez, aquella rubia ya saben, habida cuenta la invasión de bandas latinas que hacen de las noches de Madrid un Bronx de bolsillo. No es lo mismo reivindicarse ‘tabernaria’, como cuando lo peor de pandemia, fórmula de éxito notorio, que ‘pandillera’. Posiblemente quiso decir un partido ‘de pandilla’, o de de ‘cuchipandi’, pero la frase le salió demasiado castiza, más de los carabancheles que de Chamberí.
En la ceremonia del día de la Comunidad, con Garci de júbilo y oro, mostró otra faz, más severa y circunspecta, como el momento aconsejaba. Desplegó allí la prédica de ‘la tercera España’, esa letanía adolescente y tediosa, chavista de Nogales, centrista y naranjita, muy adecuada para una democracia serena y plena, lo que no es el caso. Exhortó la presidenta a centrarse en ese España sosegada y calma, alejada de la bronca como un balneario suizo. «No vamos a perder el tiempo en batallas estériles» sino que vamos a defender desde Madrid «esa España necesaria que se niega a la confrontación en la educación, en la familia, entre sexos, el campo o las ciudades o nuestra intimidad». ¿Quién confronta?, cabría preguntarle. Esa España idílica resulta n cuento de hadas adolescentes cuando hay un Gobierno con ministros comunistas, asociado a todos los enemigos de la Constitución.
No quiero viejos de Nuevas Generaciones
Más certera y mucho más Ayuso se había mostrado en reciente entrevista en ABC, una Manuela Malasaña en ebullición. Anunciaba allí un puñado de planes de futuro. Acciones programadas para dentro de diez días, cuando asuma el mando orgánico de su formación, ese cargo que Casado le hurtaba. «No quiero lastres a mi alrededor, quiero gente ganadora (alusión a palabras de Feijóo), no quiero pelotas, ni adhesiones inquebrantables, ni a los que han dudado de mi honradez». Item más: «Quiero jóvenes del PP no viejos de Nuevas Generaciones«.
No hacen falta más detalles. La nueva presidenta del PP de Madrid tiene ya dispuesta la guadaña, ha afilado la hoja y conoce a la perfección a los dueños de los pescuezos que va a rebanar. Caerán unos cuantos, diputados del casadismo, en especial. Pese a lo que anuncian las encuestas, la batalla de Madrid será muy dura. Repetir el 4-M no es tarea fácil, como aquí dejó escrito Pilar Marcos. No puede presentarse al combate con una cuadrilla de trepas, vagos y tunantes. Este mayo va a ser muy madrileño. Junio será andaluz. Sánchez aun no tiene mes. Pero está al caer.