TONIA ETXARRI-EL CORREO

 

Isabel Díaz Ayuso le ganó el pulso a Pedro Sánchez en Madrid. Esta campaña autonómica tuvo proyección nacional porque así lo quisieron plantear Podemos y el PSOE, y la candidata del PP aceptó el reto. Hubo competencia directa entre los dos gobiernos: la Moncloa versus Madrid. Y la presidenta de Madrid ha obtenido una mayoría mucho más holgada que la que le habían preconizado todas las encuestas menos una (la del CIS de Tezanos). La izquierda unida no ha sumado más escaños que el centro derecha. Y el PSOE de Sánchez es el gran derrotado de estas elecciones, además de Ciudadanos. Isabel Díaz Ayuso podrá gobernar en solitario porque Vox facilitará su investidura. El partido de Abascal se ha consolidado con espacio propio. Pero ya no es tan determinante como para condicionar un gobierno del PP.

El fenómeno Ayuso no es extrapolable al resto de España aunque estos resultados tendrán una influencia directa en la política nacional. Porque ella es una marca en sí misma. Es cierto que representa a un partido muy consolidado en Madrid. Pero su modelo es muy personal. Ya lo hemos visto en la gestión de la pandemia y en la campaña: ella ha bailado sola.

El mérito es suyo, aunque Casado pueda, a partir de hoy, relanzar su liderazgo después de la depresión electoral de Cataluña. Las 700.000 familias que viven de la hostelería y el comercio han premiado su gestión. El 51% de padres y madres que apuestan por la educación concertada han tomado nota de la oferta ideológica del PP en esta contienda. Que no se centraba en la disyuntiva entre ‘democracia o fascismo’ como pretendió Iglesias seguido de Gabilondo , lo que solo consiguió provocar más crispación. Su electorado ha comprendido mejor la defensa de la libertad frente al intervencionismo de la izquierda. Entre ‘apertura o cierre’ como decía GAD3.

La campaña de Díaz Ayuso ha sido en solitario y al margen de Génova. Justo lo contrario de lo que hizo el PSOE. Que diseñó la estrategia electoral de Gabilondo desde la Moncloa. Esta ha sido la campaña más errática y contradictoria del PSOE a lo largo de toda su historia. El diletante Gabilondo, eclipsado por Sánchez y practicando un seguidismo humillante de Pablo Iglesias, ha recibido un doble voto de castigo: por la nefasta gestión del Covid desde la Moncloa y por los bandazos en la carrera electoral. La derrota de Sánchez debería hacerle reaccionar para que conecte con la preocupación real de la gente, que no es el fascismo imaginario, precisamente.

El deterioro de Podemos es manifiesto. Es la última fuerza política de la asamblea, rendido a la evidencia de que Más Madrid tiene una proyección de liderazgo de la izquierda alternativa. Ciudadanos, que desaparece, se equivocó al presentar las mociones de censura en Murcia y en Castilla y León, cambiando de caballo en la mitad del torneo. Y ahí empezó todo. En las mociones que pusieron en alerta a Isabel Díaz Ayuso. Y dio el golpe audaz de convocar estas elecciones.