José María Aznar coincide con la lectura que los grandes empresarios realizan de la economía española: hacen falta más reformas. Se lo transmitieron el martes a Mariano Rajoy los miembros del Instituto de Empresa Familiar, que integra a compañías como Mercadona, Acciona, Ferrovial o Gestamp. Y ayer Aznar replicó este mismo mensaje, pero con contestación directa a Rajoy.
Que el ex presidente reclame al Gobierno un nuevo impulso económico no es en sí mismo una novedad. Hace más de un año que Aznar lleva pidiendo más reformas y advirtiendo del alto endeudamiento público, demandando una reforma fiscal integral e incluso, en una reciente entrevista con el periódico Expansión, propuso que se prolongue la edad de jubilación a los 70 años. Su activismo a la hora de alertar de los desequilibrios de la economía española ha sido tenaz.
La diferencia es que ayer volvió a hacerlo sin reparar en la respuesta que el presidente del Gobierno había dado a los empresarios, sin que la alusión de Rajoy a que no puede abordar nuevas medidas porque el PP tiene sólo 137 diputados le pareciera un argumento sólido. Al contrario, lo contradijo abiertamente.
El jefe del Ejecutivo había dicho un día antes que su «mayor preocupación era mantener las reformas que se habían hecho». En contra de todos estos razonamientos, Aznar mantuvo intactas sus tesis: «Hay que mantener una agenda de reformas ambiciosa como única vía para consolidar un crecimiento económico equilibrado y capaz de generar empleo de calidad». Y no sólo, sostuvo, «procurar mantener las que se han hecho para que no haya marcha atrás», en referencia a la reflexión de Rajoy.
El ex presidente no hizo ni una sola concesión a las dificultades de la situación política, al hecho de gobernar en minoría. En algunas de sus intervenciones anteriores Aznar ha reseñado que él se tuvo que enfrentar a circunstancias parecidas: sin mayoría en el Parlamento y obligado a cumplir con las condiciones de la UE para entrar en el euro.
Ayer no utilizó este razonamiento pero sí destacó que «la historia de las reformas en España ha sido siempre una historia de éxito» hasta, apuntó, «el parón reformista de 2004» (la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero tras sus ocho años de mandato) que, en su opinión, «explica la decepcionante respuesta de nuestra economía a la crisis económica». «Los pasos atrás que se dieron entonces acabaron por determinar una economía menos flexible y menos adaptada a la realidad que exige el entorno global donde nos movemos», destacó.
Aznar, como presidente de Faes –su única actividad pública tras abandonar la presidencia de honor del PP–, presentó ayer el índice de Libertad Económica que cada año elabora la Heritage Foundation. En un acto en la Fundación Rafael del Pino realizó estas reflexiones. Fue allí donde defendió que una de las funciones básicas del Estado en el ámbito económico es «liderar las reformas que permitan adaptarse a la economía a entornos permanentemente cambiantes» y donde insistió en su advertencia de que «como sociedad cometeríamos un gran error si pensáramos que los resultados cíclicos de la economía están garantizados por la inercia de la historia».
El mensaje general que Aznar lanzó al PP fue cristalino: ni resignación ni conformismo. Y hubo otros más: los «populismos» no se deben combatir sólo en las urnas, «también en los programas de los partidos». Estas palabras escondían otro de sus pensamientos: hace falta un nuevo relato del centro derecha, un nuevo proyecto para España.