Juan Pablo Colmenarejo-Vozpópuli

  • Casado debe optar por el ‘no’ para que quede claro que la única alternativa es el PP, que la moción solo fortalece a Sánchez

Una de las torceduras crónicas que hacen renquear a nuestro sistema político es la obsesión por controlar la labor de la oposición en vez de la del Gobierno. En España, especialmente desde 2015 con la crisis del bipartidismo, se utiliza el Gobierno para impedir la alternativa. Se van las energías en ganar las siguientes elecciones. La debilidad gubernamental -tanto de Rajoy como después de Sánchez- activa el resorte de la autodefensa. Portería a cero, el resultado se conserva. Un diputado más que el adversario y ya se tiene la sartén por el mango; en ocasiones, el mango también. Se trata de evitar tener uno menos.

El Gobierno del PP esperó en funciones a que los cuchillos largos se desenvainaran en el PSOE para echar a Pedro Sánchez. Pasado el tiempo de los autores de la defenestración nunca más se supo. El PP azuzó el crecimiento de Podemos para evitar la recuperación del PSOE con el resultado conocido. Iglesias está en el poder salvo que el Tribunal Supremo y Pedro Sánchez digan pronto lo contrario. Después de Rajoy, Sánchez ha empleado más tiempo del necesario en agrandar la brecha que en el centro derecha provocó la moción de censura. El presidente juega al tira y afloja con Ciudadanos mientras mete el dedo en la llaga del PP comparando el tono de Casado, le basta y le sobra para la frase de la tele, con el de Abascal. Rajoy despachó a Iglesias en la moción de censura de 2017 con el mismo regocijo que Sánchez dentro de un par de semanas va a solventar el regalo de Vox.

Vox quiere ganar al PP en las encuestas que se harán después de la moción que defenderá su candidato en Cataluña. Podría cometer el mismo error que Rivera, líder en la demoscopia virtual

Como estaba previsto, lo importante no es la moción, sino el voto del PP. La iniciativa de Vox tiene el mismo objetivo que la de Podemos contra Rajoy. Entonces, Podemos estaba a una decena de escaños del PSOE y ahora Vox vuelve a intentar lo que de momento no ha conseguido, la sustitución del PP. Las encuestas son malas consejeras. No habrá elecciones generales hasta finales de 2023. A Rivera le perdieron los sondeos. De tanto esperar, se le pasó el tiempo. Se vio presidente del Gobierno. De hecho, tras las autonómicas catalanas de 2017, su posición mejoró en toda España hasta el punto de superar al PP de Rajoy y al PSOE de Sánchez. Vox quiere ganar al PP en las encuestas que se harán después de la moción que defenderá su candidato en Cataluña. Podría cometer el mismo error que Rivera que siempre fue el mejor en la realidad virtual.

El PP tendrá que hacer el discurso del no, aunque haya una lista interminable de motivos para censurar a Pedro Sánchez. Pero como en la cuarta prórroga de la alarma será imposible explicar un no para terminar anunciando la abstención. El PP no gobierna con Vox en ninguna alcaldía o gobierno regional, pero necesita los votos del partido de Abascal en muchas de ellas. Los moderados del PP -que aprueban sus presupuestos regionales con el apoyo del partido de la derecha pura y dura- envían mensajes cifrados contra Díaz Ayuso como si quisieran poner una vela también en la otra parte. Los barones regionales del PP firman acuerdos con Vox, pero esconden el bolígrafo.

Un mar de dudas

La moción de Vox se ha convertido en examen interno al liderazgo de Casado, que está muy ligado al devenir de Díaz Ayuso en Madrid. Desde fuera, Abascal y desde dentro los suyos, pero entre medias, y con gran satisfacción, Pedro Sánchez. Casado está rodeado, dos años después de haber ganado un Congreso, sin haber sido designado por el tradicional procedimiento del dedazo. En mitad del acoso -hay en marcha algo más que la defenestración de Díaz Ayuso- aparece Aznar para resolver el dilema. Aznar mantiene el olfato de siempre y sabe que es Casado quien se juega el puesto, no Sánchez. Por eso el PP debe votar que no. La censura busca derrotar a Casado. Tanto si se abstiene como si vota no, Vox mantendrá la etiqueta de la ‘derechita cobarde’. Por lo tanto, debe optar por el no para que quede claro que la única alternativa es el PP, que la moción solo fortalece a Sánchez y ahonda en la división del centro y la derecha. Y además, como dice Aznar, es inoportuna.

Por si Casado tenía dudas, no tiene más que repasar lo que Vox ha dicho sobre Aznar después de recomendar, cargado de razones, el voto negativo. No se lo esperaban. Todavía a estas alturas, Casado mantiene la duda, o por lo menos, no la resuelve en público. No hay margen para la abstención porque el censurado es Casado. El presidente del PP escribe personalmente sus discursos y a Aznar se le ha entendido todo como para no haber tomado notas.