EL MUNDO 12/03/14
· Ni sus partidos ni Presidencia del Gobierno les advirtieron de la convocatoria
· A los dos ex presidentes les hubiera gustado asistir
Sólo faltaron José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. La catedral de La Almudena fue ayer testigo de la unión entre todas las asociaciones de víctimas tras 10 años de querellas. La Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT) organizó una misa solemne en recuerdo de los 191 muertos del 11-M a la que asistieron los Reyes. La Fundación convocó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y a todas las instituciones del Estado. Según fuentes del entorno, a ambos ex presidentes les hubiera gustado estar, pero ni sus partidos ni La Moncloa les trasladaron la convocatoria.
Diez años más tarde, las víctimas del peor atentado terrorista de Europa en lo que va de siglo se unieron ayer en torno a los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía para entonar un réquiem integrador. Lo hicieron en la catedral de La Almudena en una misa solemne oficiada por el cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, que juntó a más de 800 personas entre instituciones del Estado (150); familias de las víctimas y representantes de los servicios de emergencias (350), así como ciudadanos (más de 300).
«¿Por qué murieron?», se preguntó el cardenal Rouco en referencia a esas 191 personas fallecidas el 11 de marzo de 2004 en cuatro trenes que se dirigían a la estación de Atocha. «Murieron, sufrieron y sufrimos porque hubo alguien, hubo personas, que con una premeditación escalofriante estaban dispuestas a matar a inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder; porque hay individuos y grupos, sin escrúpulo alguno, que desprecian el valor de la vida humana subordinándolo a la obtención de sus intereses económicos, sociales y políticos. ¡Siempre tan mezquinos! En una palabra, nunca faltan Caínes dispuestos a matar a Abel».
El templo madrileño se llenó poco antes de las diez de la mañana. Sólo sobraron sitios en la zona de las autoridades, en el crucero detrás de los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Elena. Fue ahí donde se sentaron Rajoy y su mujer, Elvira Fernández. Fue ahí, también, en un apretado segundo banco, donde se instalaron María Dolores de Cospedal, la secretaria general del PP; los ministros de Justicia e Interior, Alberto Ruiz-Gallardón y Jorge Fernández Díaz; la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes.
No estaban, en cambio, ni José María Aznar ni José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidentes que tuvieron un papel muy destacado en el 11-M –el primero era el jefe del Ejecutivo, el segundo ganó las elecciones tres días después– y a los que les hubiera gustado estar presentes.
Sí estaba Esperanza Aguirre, que era presidenta de la Comunidad de Madrid cuando se produjeron los atentados, a pesar de que tampoco fue convocada. Ella acudió motu proprio y, según fuentes de su entorno, «se hubiera sentado en cualquier sitio». La acomodaron en el crucero, muy cerca de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Frente a ellas, todos los portavoces parlamentarios.
Según la Fundación de Víctimas (FVT), la organización se limitó a trasladar la convocatoria a las instituciones del Estado. Presidencia del Gobierno y los dos grandes partidos no se dieron por aludidos en la responsabilidad de invitar a los ex presidentes del Gobierno. Al final del día, conscientes de la llamativa ausencia de Aznar y Zapatero, la FVT afirmó en un comunicado: «Agradecemos la asistencia y el cariño de quienes nos han honrado con su presencia en este acto de recuerdo y lamentamos si algunas personas no han llegado a acompañarnos por considerar necesaria una comunicación personal para asistir a la misa que, por no tener carácter oficial, ha estado abierta a todo el público».
Mientras, en el acto todos los presentes miraron al futuro. «No sabemos exactamente cuáles fueron los propósitos e intenciones últimos de los que pensaron, programaron y ejecutaron los atentados de Atocha; lo que sí resulta claro es que no podrán anular los frutos de nueva y redimida humanidad», señaló Rouco.
La imagen de la jornada, que resumió el espíritu unitario reinante: las cuatro mujeres que encabezan las principales asociaciones de víctimas a las puertas de La Almudena para recibir a los Reyes. Cuatro mujeres de luto riguroso que en ocasiones han protagonizado agrias disputas sectarias: Mari Mar Blanco (FVT), Pilar Manjón (Asociación 11M Afectados del Terrorismo), Ángeles Pedraza (Asociación Víctimas del Terrorismo) y Ángeles Domínguez (Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11M).
Los Reyes las saludaron efusivamente, quizá menos a Manjón, que la semana pasada manifestó su preferencia por un acto laico y no una misa católica como la de ayer.
El pasado 21 de octubre, Blanco y Pedraza, que es también vicepresidenta de la FVT, fueron recibidas en audiencia por Don Juan Carlos. Desde entonces, la Corona se volcó con la misa de ayer. Como hoy la hará con el concierto por las víctimas en el Auditorio Nacional, donde presidirá la Reina.
Este concierto de música clásica es la culminación de los dos actos centrales del décimo aniversario del atentado. Ambos con el hilo conductor de la Familia Real, que estuvo incompleta porque el Príncipe de Asturias tuvo que asistir en Chile a la toma de posesión de la nueva presidenta del país, Michelle Bachelet, y porque la Infanta Cristina está apartada de la agenda oficial desde la imputación de su marido, Iñaki Urdangarin, en el caso Nóos.
La misa, a la que asistieron 40 obispos, contó también con la presencia de representantes de otras seis religiones (islam, ortodoxa griega, ortodoxa rumana, episcopal española reformada, ortodoxa rusa y budista).
Fue un acto intenso pero no dramático como el funeral de Estado de hace 10 años. No hubo lágrimas ni gestos desesperados. Seriedad y dignidad en un dolor que remite con el tiempo, pero no olvida.
Un matrimonio que perdió a un hijo de 26 años y que prefirió no identificarse lo explicó así: «Nuestra vida ha quedado marcada para siempre; las celebraciones familiares, todo. Ya nada es igual. Pero el tiempo ayuda, eso es indudable».
En su homilía, el cardenal Rouco Varela también miró hacia delante. «Hay que estar abierto al perdón, siempre, aunque sólo se pueda hacer efectivo cuando se muestra arrepentimiento sincero por los crímenes cometidos y se reparan los daños causados».
Después de la misa-homenaje, en el Senado, el presidente Rajoy se declaró «muy reconfortado» por haber celebrado «todos unidos» el décimo aniversario «de uno de los atentados más terribles que se ha producido en España nunca».
Rajoy, siempre tan renuente a hablar en público, concluyó ayer con la expresión de un deseo: «Ojalá nunca más tengamos que hablar de terrorismo en nuestro país ni en ningún sitio».