REBECA ARGUDO-ABC
- Me parece igual de bien el desgañite de Ismael Serrano por Gaza que los chistes de los usuarios en redes
Anda Ismael Serrano tan doliente por las redes que temo que de esto salga un blues. Se duele el cantautor (disculpen la redundancia, no hay cantautor sin dolienda) porque en redes han proliferado los chascarrillos sobre su persona y su obra. Pobre. Catarata de odio, lo llama él. Todo porque cogió su guitarrica y se presentó en la acampada por Palestina y se sentó en un banco a cantarles, porque las revoluciones no se hacen solas. Y algunos dijeron que si qué crueldad tal ofensiva, que ya estaba con la misma canción de siempre, que si cuando no pueden dormir se ponen su último trabajo. Cosas así. Muchas, pero tampoco tantas. Y a Ismael Serrano no le ha hecho ninguna gracia porque el fango y el lodo, y la democracia y la libertad, y el odio y el señalamiento. Y se ha puesto a retuitearlas, que es la mejor manera de que no las vea nadie, y que fíjate qué gente y lo que tengo que aguantar.
A mí, que estoy muy a favor de la libertad de expresión, me parece igual de bien el desgañite de Ismael Serrano por Gaza que los chistes de los usuarios en redes. Lo que me parece curioso es que al músico le moleste tanto que alguien le señale y se mofe de su trabajo cuando lleva él tanto tiempo señalando y desacreditando a periodistas y a políticos. Me resulta curioso pero no me sorprende, porque nunca la vara de medir ha sido la misma para unos y para otros. Y no hablo de derechas e izquierdas: hablo de los que defienden libertades y derechos para todos y los que lo hacen solo para los suyos. Los que creen que sus ideas son mucho más elevadas moralmente que las del resto y presuponen siempre en el de enfrente desconocimiento, ignorancia o mala fe. Porque es más fácil pensar que el otro es ignorante, estúpido o malo que asumir que la pluralidad consiste precisamente en que diferentes sensibilidades puedan convivir en paz. Y que de eso va la tolerancia, en realidad.
Y claro que se puede criticar, solo faltaba y a eso voy. A que la crítica es legítima, y muy sana, para todos, no solo para él y los que piensan como él (y no solo para los que piensan diferente). Por eso es tan curioso que precisamente alguien tan comprometido con sus ideales y tan activo en la militancia y el ejercicio de la crítica encaje tan mal que pueda ser él, un personaje público que utiliza precisamente esa relevancia para que sus posturas tengan eco, el blanco de las críticas en un momento dado.
Tengo dos noticias para Ismael Serrano. Una buena y una mala, como en los chistes. La buena es que la libertad de expresión no implica una obligación de escucha activa. La mala es que, hasta ahora y de seguir así, se comporta exactamente igual que lo que dice detestar, que lo que señala como nocivo. Ismael Serrano, eres lo que criticas.