El día 29 de diciembre debe de tener un toque cabalístico para que los presidentes del Gobierno, especialmente los socialistas, hagan su balance de fin de año. Se conoce que el personal votante, habiendo superado el día de los Inocentes, tiene las defensas bajas y tragan lo que sea menester. Recuerden el 29 de diciembre de 2006, cuando la inutilidad de Zapatero compareció para anunciar su contento por los resultados de la lucha antiterrorista. La situación, en pleno alto el fuego de ETA, es «mejor que hace cinco años» y expresó su «convicción personal» de que «dentro de un año estaremos mejor que hoy». Faltaban menos de 23 horas para que una furgoneta cargada con 800 kilos de explosivos reventara la T-4 del aeropuerto de Barajas.
Quince años justas después, una edición corregida y aumentada de Zapatero tomó la palabra frente a los periodistas convocados, para empezar por todo lo alto: “La pandemia no ha sido un freno, sino un acelerador para el Gobierno de España a la hora de impulsar las reformas y avances sociales que nuestro país necesita”. Considera este pobre necio (tomen la expresión en su sentido etimológico, ne scio, el que no sabe) que la Covid 19 es un viento de cola para nuestra economía, mientras los indicadores sitúan a España en el furgón de cola de Europa y nos aventajan en renta per cápita Lituania, la República Checa, Malta y Eslovenia. España se aleja de la media de la UE en renta per cápita, pero por abajo, en la cola del pelotón.
También en el capítulo de libertad de prensa estamos por detrás de Lituania, Chipre y Eslovenia y esto se comprende fácilmente cuando se repasan los medios a los que les fue concedida la palabra, la capacidad de hacer preguntas en la rueda de prensa del mentiroso compulsivo: La Sexta, Cadena SER, TVE, EFE, El País y elDiario.es. A él le gustan periodistas así, que no le den disgustos. Un suponer, los de La Sexta cuyo barómetro para elegir al español del año sitúa en cabeza a Pedro Sánchez, con un 13,2%. Detrás va Isabel Díaz Ayuso con 8,5% y aún detrás, el Rey Felipe VI, con un 6,3%, menos de la mitad que el plagiario de La Moncloa. Así las cosas, no e entiende por qué hace ya más de dos años que el Gran farsante no comparece en público. Aunque es todavía más incomprensible que haya doblado el número de Consejos de Ministros, para poder aumentar sus comparecencias y sus posibilidades de hacer el ridículo.
‘Cumpliendo. Informe de rendición de cuentas del Gobierno de España’ era el lema que el doctor Fraude había hecho colocar en una pantalla, tras el atril. También podría haber valido ‘Diciendo la verdad’ o ‘Comprometiéndome’, siguiendo la lógica de la tortilla de jamón, en la que la gallina colaboraba, pero el cerdo se comprometía. Hay muchas razones para desconfiar de su palabra. Cumpliendo, dice el pollo y esto viene a justificar el horror a los gerundios que padecía Valle-Inclán, que rechazaba por motivos varios a algunos colegas que se habían ofrecido como donantes de sangre ante una transfusión que necesitaba el escritor de Villanueva de Arosa: “De ese no quiero, que luego me saldrán unos horribles cuentos para niños… De ese sí que no, que tiene la sangre cargada de gerundios”.
De lo de la luz ya no digo nada. Esperen al recibo, mírenlo y comparen.