Balcanes

ABC 13/03/13
IGNACIO CAMACHO

El imaginario de los independentistas se deteriora: de evocar como referencia a Escocia o Quebec han pasado a Kosovo

EL imaginario de referencia de los independentistas se devalúa a medida que avanza su delirio. Empezaron fijándose en Suiza, en Quebec, en Escocia, incluso en las islas Feroe, que son sitios prósperos, civilizados y estables, y ya van por Kosovo; los caminos de la autodeterminación se vuelven cada vez más pedregosos, desapacibles y escarpados. Menos mal que de momento no se han fijado en Croacia o Bosnia, de ingrato recuerdo, pero si piensan echar el carro por las piedras convendría que tomasen ejemplos menos crispados que el de los Balcanes.

La llamada vía Kosovo, la declaración unilateral de independencia, equivale a empujar a Cataluña hacia un limbo legal impropio de su desarrollado estatus socioeconómico. Es una salida que se le ha ocurrido a las minervas de Esquerra Republicana, claro, gente con imaginativa creatividad para todo lo que sea enredar en conflictos, pero no parece el horizonte soñado por la próspera burguesía catalana. Los talibanes del círculo de confianza de Mas han abrazado la idea como hipótesis para tensar la cuerda; cualquier cosa les vale con tal de no torcer su designio mesiánico. Están dispuestos a ir al despeñadero político, a la discordia civil, a la fractura social. Se han creído de veras que son el trasunto posmoderno de William Wallace pero con la diferencia de que en vez de inmolarse ellos pretenden llevarse por delante la estabilidad de su tierra y de su pueblo.

La estrategia de balcanización parte de la evidencia de que el Estado no va a permitir la convocatoria ilegal de un referéndum. El camino está cerrado. Si convocan la consulta, el Gobierno la recurrirá al Constitucional y éste la prohibirá por el procedimiento urgente. A partir de ahí Artur Mas se podría parar, hasta aquí hemos llegado, que es lo que desea un establishment catalán cansado de tiranteces, y volver a la pragmática negociación de autonomía política y financiera; pero sus colaboradores fundamentalistas desean incrementar la tensión con un desafío suicida. La eventualidad de celebrar la votación por las malas conduce a un escenario demasiado desequilibrado en el que no tendrían razón legal alguna de su parte: la suspensión de la autonomía y el desmantelamiento forzoso de las urnas. Así que han dado en pensar en un adelanto electoral en coalición soberanista — coalición radical, porque probablemente se descolgaría la Unió de Duran Lleida— con programa único: convertir a Cataluña en Kosovo. No en Lietchtenstein, ni en Mónaco, ni en Eslovenia, ni siquiera en San Marino: en un Kosovo con bodegas de cava para brindar por su feliz aislamiento y por el sacrosanto derecho a decidir tirarse por un abismo.

Si eso ocurre los catalanes tendrán que agradecer la elegante deferencia de estas buenas gentes expertas en derecho internacional comparado. Con menos contemplaciones, los rudos batasunos siempre han tenido como modelo Albania.