JON JUARISTI-ABC
- Los socialistas envidian secretamente al PNV y por eso les aprueban las enmiendas. No por cambiar favores
EL PNV ha obtenido del Gobierno sanchista vía libre para que sendas selecciones de Euskadi puedan competir con el rango de nacionales y a la sombra exclusiva de la ikurriña en competiciones internacionales homologadas de pelota vasca y surf, deportes de hondo ‘arraigo histórico y social’ en la comunidad autónoma, según el presidente del Euskadi Buru Batzar. Las federaciones autonómicas respectivas podrán integrarse en las mundiales sin pasar por la vergüenza de someterse a las españolas.
Esta gilipollez pertenece al orden de lo que las universidades llaman ‘nacionalismo banalizado’. Pero, si ha habido en el mundo un nacionalismo banal, ese es el nacionalismo vasco. Los demás se van banalizando. El vasco nació banal, y banaliza todo lo que toca. Por eso les encanta a la izquierda banal y a los socialistas en particular, lo más banal de la izquierda. Los socialistas envidian secretamente a los nacionalistas vascos porque intuyen que son mucho más banales que ellos, y no lo pueden soportar. De ahí que les aprueben sus enmiendas, a ver si por contagio se vuelven lo suficientemente banales como para empatar.
Del arraigo de la pelota vasca en Euskadi, para qué vamos a hablar. Hace casi veinte años, Julio Medem estrenó un documental que se llamaba ‘La pelota vasca, la piel contra la piedra’. El título sugería ya una relación paleolítica de los vascos con la pelota (vasca). Sin embargo, no parece que la pelota tenga más arraigo histórico en Euskadi que en Valencia. Arraigo social, cualquier cosa que sea eso, no lo sé. Pero, lo que es en arraigo histórico, por ahí le andará, en el mejor de los casos.
El propio término pelota es un provenzalismo que debió de entrar en la península por Cataluña o Valencia y acabó desplazando a su equivalente castellano, ‘pella’. Ambos vienen del latín ‘pellem’, acusativo de ‘pellis’, piel. El vasco ‘azala’, con el mismo significado, no suena a pelota ni de lejos. El eusquérico ‘pilota’ (pelota) parece venir del valenciano: probablemente lo importó, junto con el reglamento, un tal Juaristi, natural de Azcoitia, que se apuntó a la primera Cruzada y embarcó en Valencia en 1096, cuando todavía mandaba allí el Cid. Desde entonces mi cepa ha producido pelotaris para aburrir.
Vale, algo de arraigo histórico tiene la pelota, por lo menos entre los de mi apellido. Pero, ¿el surf? Vaya morro, Ortúzar. En sus orígenes, el surf surgió de un desarrollo polinesio de la bramadera australiana. Llegó a California desde Hawai, después de la Segunda Guerra Mundial, y lo popularizó en Europa ‘Apocalypse Now’ (1979), película de Francis Ford Coppola. Cuando yo me fui de Euskadi, diez años después, el único que lo practicaba era un joven batasuno de estirpe jesuítica, al que unos chavales de tu batzoki, Andoni, le pincharon la tabla. Por pura envidia vasca.