IGNACIO CAMACHO – ABC – 11/05/16
· Con la absorción de IU, Podemos asalta la hegemonía de la izquierda virando el morado de sus banderas al rojo vivo.
No hace demasiado tiempo de cuando Alberto Garzón acusaba a Pablo Iglesias de querer quedarse a la vez con los votos del PSOE y los cuadros dirigentes de IU. Estos últimos ya los tiene: se los ha entregado el propio Garzón a cambio de un grupito de diputados y del endoso de sus deudas al pujante partido de los círculos.
En el lote de traspaso va incluida una bolsa de votos y también el intangible de la identidad ideológica de la organización, que Podemos asume sin tapujos para quitarse la máscara populista y presentarse como lo que nunca ha dejado de ser: una fuerza de izquierda radical, un proyecto de ruptura, un leninismo posmoderno, líquido… y liquidacionista. La operación conviene a un Iglesias decidido a asaltar, bajo el consejo de Julio Anguita, la hegemonía izquierdista del PSOE a base de virar el morado de sus banderas al rojo vivo del tardocomunismo.
Pero la nueva coalición no amenaza sólo el papel preponderante de la socialdemocracia. Es poco probable, aunque no imposible, que rebase en escaños a la candidatura de Pedro Sánchez; en cambio, a poco que mejore su facturación de diciembre elevará la suma total de diputados de izquierdas hasta situarla por encima del bloque de centro-derecha que forman en teoría el PP y Ciudadanos. Eso acercaría de modo notable el llamado «gobierno a la valenciana», una versión maquillada del frentepopulismo a la que los secesionistas catalanes se podrían sumar como mal menor para desalojar a Rajoy y emprender una negociación sobre el proceso soberanista.
La paradoja del caso es que tal vez a la derecha le convenga a corto plazo que Iglesias triunfase en su intento de quedar segundo porque sólo un PSOE escombrado podría resistir, previo cambio de liderazgo, la tentación de convertirse en comparsa de Podemos. De otro modo, el desempate permitiría a Sánchez formar la alianza en la que siempre ha pensado.
Quizá el líder de la coleta piense en otros términos, más interesados en el medio plazo. Su instinto de poder es terminante: no lo quiere para compartirlo. Sobrepasar a los socialistas sería una meta de etapa, no de carrera; una victoria más táctica que estratégica. En el menos favorable de los supuestos le entregaría la jefatura de la oposición en una legislatura no demasiado larga y con mayorías precarias. Podemos es un partido joven y puede esperar… si sabe administrar sus prisas. De momento ha alcanzado un objetivo que estaba desde el principio en la mente de Iglesias: absorber a IU, rendirla en sus manos
cumarmaatqueimpedimenta, aunque para ello haya tenido que desdecirse de sus recientes ataques desdeñosos a quienes consideraba fracasados históricos, pitufos gruñones cargados de derrotas. Acostumbrado como buen leninista a desmentir con hechos sus palabras, ha encontrado el modo de incrementar su fuerza de asalto alzándose sobre los hombros de unos «cenizos».
IGNACIO CAMACHO – ABC – 11/05/16