Rosario Morejón Sabio-El Correo
- Crecen las peticiones de dimisión de Macron si hoy cae el primer ministro francés
Tres meses de creciente tensión entre el Gobierno de Michel Barnier y el Parlamento francés culminan con una moción de censura planteada por la izquierda. Si es apoyada por la extrema derecha de Marine Le Pen, que también ha presentado la suya, hoy la coalición liberal caerá. La dirigente de Reagrupación Nacional (RN) chantajeó al primer ministro exprimiendo concesiones a la ley de presupuesto de la Seguridad Social asfixiantes para él. A sabiendas de que la aplicación del artículo 49.3 para aprobar la norma, sin ser votada, equivale a su censura, el dirigente conservador decide confrontar a los diputados con sus responsabilidades. La nefasta disolución de la Asamblea Nacional el 9 de junio marca el segundo mandato de Emmanuel Macron: crecen las peticiones de dimisión si pierde Barnier.
«La coalición de los contrarios», en expresión del primer ministro, afronta en firme su cultura del compromiso. El proyecto de ley de financiación de la Seguridad Social volvía a la Cámara baja por imposición de la presidenta de Reagrupación Nacional. Quería perfilar algunas demandas. «Un atraco», según La Francia Insumisa. Consciente de que el futuro de su Gobierno pendía del hilo movido por Le Pen, Barnier anticipaba el 29 de noviembre tres cambios: renuncia a aumentar las tasas sobre la electricidad que debían reportar 3.000 millones en 2025; disminución de la ayuda médica del Estado que permite el acceso a cuidados para las personas en situación irregular bajo condiciones de residencia y de necesidad; y, en primavera, un proyecto de ley destinado a introducir el sistema proporcional en el escrutinio legislativo.
Todo parece girar en torno a Marine Le Pen, como si los demás actores políticos fuesen subalternos. El exnegociador del Brexit juega limpio y busca apaciguar la temperatura en el flanco de RN con las cesiones adoptadas. Pero la política de extrema derecha explota el ‘impasse’ en el que se encuentra Barnier con un Gobierno minoritario. Tras aceptar su último mandato -eliminar los reembolsos de los medicamentos-, ‘la fetiche’ exigía una mayor desindexación de las pensiones superando el acuerdo firmado con el jefe de filas de Los Republicanos, Laurent Wauquiez.
Desbaratados los planes presupuestarios del Estado, el primer ministro desiste ante Le Pen. Cerca de 11.000 millones ha concedido el republicano a lo largo del debate, cuando Francia está obligada a rebajar su déficit público del 6% al 5% del PIB en 2025. Puede que le queden horas como jefe del Ejecutivo, pero dice «asumir sus responsabilidades frente a intereses particulares que obstaculizan el futuro de la nación».
Le Pen hija se permite este chantaje atenta al peso de su partido en el panorama político galo. Esquivada la suma de la coalición en el poder, en términos de partido, Reagrupación Nacional es la principal fuerza en el Palais Bourbon. Dispone de 124 diputados, lejos de Juntos por la República (antiguos macronistas) con 94 asientos y de La Francia Insumisa con 71 representantes. Su atractivo no decae pese a la pésima campaña de su segundo, Jordan Bardella, durante las legislativas tras la disolución del 9 de junio. Tampoco parecen afectar a la extrema derecha los hechos revelados en el proceso que encausa a Marine Le Pen por el desvío de fondos europeos entre 2004 y 2016. Según el barómetro anual del Instituto Verian, publicado el 25 de noviembre en ‘Le Monde’, la proporción de electores que se dice de acuerdo con las ideas de RN progresa (39%), la que lo percibe como un peligro para la democracia disminuye (38%) y la que anticipa su próxima llegada al poder, alcanza el 68%.
Desde la disolución, el presidente Macron soporta mal las críticas. Pero no ha apartado a los ‘aprendices de brujo’ que aconsejaron unilateralmente la medida. Desacreditados entre los suyos, han consumado el arte de la ‘posracionalización’. Sus fieles mantienen que la «disolución era inevitable»; permitió escapar a la moción de censura preparada sobre el Presupuesto en este otoño y «suavizó» el revolcón electoral esperado. «Hemos evitado la masacre» porque una «clarificación» sí se ha producido: «Reagrupación Nacional ha demostrado que no está preparada para el poder», sigue la narrativa palaciega. Si no es analizada en el largo plazo, «la operación puede parecer una cagada general», insisten los estrategas defendiendo unas «fechas históricas en las que el pueblo se expresó». La posdisolución está resultando mucho más esclarecedora que las narcisistas maniobras del Elíseo.
Macron, que quiso dinamitar los viejos partidos para desarrollar su cara a cara con la extrema derecha, se ha convertido en rehén de estos últimos. «No nos culpen a nosotros, pregunten al jefe del Estado cómo ha llegado a este Gobierno en minoría», increpa el socialista Olivier Faure. La hora es grave para Francia y para Europa. Se ha levantado el telón.