Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La opa de BBVA sobre Banco Sabadell ha entrado en una fase que, en analogía con la política, podríamos denominar como la ‘batalla por el relato’. El primero emite mensajes de amabilidad y cordura. Asegura a los accionistas de Sabadell que todo irá bien, que los beneficios de la fusión son enormes y los costes mínimos y asequibles. Tranquiliza a los clientes con la promesa de mantener abiertas y operativas las líneas de crédito en vigor, en especial a las pymes y siempre con el añadido ‘cautelar’ de que tal cosa sucederá siempre que las condiciones lo permitan. Y luego, aprovechando la visita a España de Erdogan, le ha mandado al Gobierno una buena ración de almíbar, cantando las grandes bondades de la situación económica actual, aunque se haya cuidado muy mucho en no identificar cuáles se deben a las decisiones del Gobierno.
Por ser cuidadoso, ha pasado por encima de la continuidad en el tiempo del impuesto sobre las entidades bancarias que nació con certificado de provisional y que, según pasan los meses, se ve más con carácter permanente. Lo consideró negativo para la actividad en su encuentro con el ministro Cuerpo, pero manteniendo un discurso en general elogioso. Los mensajes de calma a clientes, accionistas y empleados me parecen oportunos y necesarios. Camelar a los ‘acosados’ es siempre una buena táctica para que cedan al acoso.
El almíbar al Gobierno me resulta ocioso. En primer lugar porque este no hace cálculos en base a intereses generales, como pueden ser la calidad de la competencia del mercado o el análisis coste/beneficio de la operación.
Los hace en base a su preocupación principal en la actualidad, que no es otra que la de conseguir la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, para lo cual necesita los votos de ERC y no enfadar demasiado al ambiente independentista, en donde la operación ha caído muy mal y se ha sentido como un agravio más. Lo cual era de esperar. Además, ¿alguien sabe quién será el ministro de Economía al cargo del dosier cuando el Gobierno tenga que decidir sobre la fusión, dentro de muchos meses y tras haber superado todo el extenso plantel de órganos supervisores, aquí y en Reino Unido?
Lo que parece claro, a la vista de las manifestaciones del vicepresidente Luis de Guindos, es que el Banco Central Europeo no truncará la operación. Es una voz más entre todas las que deberán emitir su opinión, pero es la más autorizada y probablemente sea la más relevante. En resumen, queda mucha tela por cortar en este tema. Próxima estación, la junta de accionistas de BBVA convocada para aprobar la ampliación, con renuncia del derecho de suscripción preferente.