La orden de disolución de ANV, con pruebas que demuestran la vinculación de Batasuna y sus formaciones satélites, nada tiene que ver con la «ilegalización de las ideas», como sostiene el Gobierno vasco, sino con la complicidad con ETA. Se ha perdido un tiempo de oro desde que ANV presentó sus candidaturas y la Fiscalía sólo cuestionó la mitad.
Sin dilación, por unanimidad, sin votos particulares, los 16 magistrados de la ‘Sala del 61’ del Tribunal Supremo tenían tan clara la existencia de un vínculo entre ANV y Batasuna que, en cuanto la Abogacía del Estado y la Fiscalía General presentaron su demanda correspondiente, no tardaron en pronunciarse. ANV, como dijo el año pasado el juez Garzón de EHAK, es un «instrumento de ETA». De ahí la orden de disolución del grupo. Esa era una percepción que tenía la opinión pública en general, pero faltaba el detalle de que el Gobierno diera la orden para que el poder judicial investigara y actuara. Ahora, la izquierda abertzale, a la que no se le podía criminalizar hace un año, so pena de ser acusado de pretender instaurar un Guantánamo en Euskadi, está quedando fuera de juego.
En el caso de ANV, los 41 alcaldes y los 437 concejales de las instituciones vascas y navarras se quedarán sin el espacio de sus siglas, pero no sin actividad porque, seguramente, pasarán a formar otros grupos siguiendo la estela parlamentaria de Otegi cuando, por arte de birlibirloque y gracias al impagable apoyo de la Mesa del hemiciclo de Vitoria, pasó de ser representante de Batasuna al de Sozialista Abertzaleak. Y todos tan campantes.
Bueno, todos no. Los socialistas y los populares protestaron, pero les sirvió de poca cosa porque el argumentario nacionalista sobre la independencia del Parlamento vasco arrasó como una apisonadora en el hemiciclo de Vitoria, en donde se mezclaron alegremente conceptos tan distintos como el de la inmunidad y el de la impunidad de unos parlamentarios que, sin embargo, eran cómplices del entorno de ETA.
La orden de disolución de ANV nada tiene que ver con la «ilegalización de las ideas» como sostiene el Gobierno vasco. El hallazgo de pruebas que demuestran la vinculación de Batasuna y sus formaciones satélites tiene más relación con la complicidad con la banda que con la prohibición de ideas. Al PNV le parece una decisión desacertada. Lógico. Sabe que el ambiente en los pequeños pueblos en donde coinciden con los socios de Batasuna no será nada fácil para la convivencia, después de la decisión del Tribunal Supremo.
El caso es que se ha perdido un tiempo de oro desde que ANV presentó sus listas y la Fiscalía, que depende del Gobierno, tan sólo cuestionó la mitad de las candidaturas. Porque ANV pasó de ser una formación histórica con cuatro militantes y una trikitrixa a formar parte de la «caja única» de Batasuna, con sedes sociales y consignas compartidas.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 17/9/2008